Resulta desesperanzador saber que van ya varias promociones de adolescentes desde su estreno que se han tragado esta basura en las películas que se ponen en los autobuses cuando van de excursión con el instituto o incluso en clase. Esta sociedad, empeñada en el empoderamiento femenino por prescripción de los medios, tiene el contrapunto en productos como este. Por una parte, como digo en el título de esta crítica, el humor que se propone tiene un fuerte gusto a hiel, y si la envidia se define como "tristeza del bien ajeno" aquí tiene su contraimagen como "alegría del mal ajeno". Incluso la automutilación dental parece una buena excusa para la brutal carcajada.

Por otro lado, podría muy bien ser esta película el resumen de la reacción a la lucha feminista: los hombres, en realidad, están oprimidos por las mujeres, cuya representante es Melissa, y el escape a este sometimiento puede realizarse por la institución de las despedidas de soltero, que aquí se convierten en un arma de liberación masculina. El hombre es en realidad un niño como el que encarna el personaje de Alan: un ser primitivo en su pureza, irreflexivo y lleno de espontaneidad. Pero las mujeres los oprimen con sus eternas exigencias y reproches. Solo una se muestra tolerante y comprensiva y da al hombre lo que realmente quiere y necesita: la puta. En una Las Vegas que es la versión capitalista del "país de los juguetes" en el cuento de Pinocho (pero también podría ser el "país de Nunca Jamás" de Peter Pan), los susodichos maromos/niños dan rienda suelta a sus básicos instintos acompañados de la stripper (Campanilla), se meten en incontables líos, salpimentados con chistes cuarteleros de lo más primario, chinos en pelotas (¡qué risa da siempre un chino!), patadas en la barriga, celebrities políticamente incorrectas (Thyson), y encuentros con la pura animalidad: obsérvese el paralelismo que se plantea entre Thyson, el tigre y Alan: puro desenvolvimiento de instinto vital, bailarines al borde del abismo, como podría decir Nietzsche.

Sorprenden las veces que los críticos califican de inteligente la película. Si el humor inteligente es esta visión de la masculinidad, apañados estamos. Para colmo, esta visión que se propone es cínica: una versión del "Saben lo que hacen, pero aun así, lo hacen" que caracteriza el estado posmoderno de la ideología.
Parece ser que resulta imposible en esta sociedad de la cultura de masas escapar de los dos polos que podrían representar por un lado Barbie y por otro este engendro. Por eso no tardará mucho en aparecer la versión "feminista" de la película donde el cinismo se apodere también de la propuesta de las mujeres. ¿O acaso la acabo de nombrar?.
P.D. El grupo de repulsivos colegas se denomina a sí mismo como "la manada": ¿les suena de algo?