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España España · Zaragoza
Críticas de Hilodeseda
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Críticas 296
Críticas ordenadas por utilidad
5
25 de mayo de 2014
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre se ha dicho que toda publicidad es buena, por mala que ésta sea. Que hablen de uno aunque sea para mal significa que estas en sus cabezas y no eres olvidado.

El francés Olivier Daham casi fiel al refrán, ha provocado que se hable mucho de su película aunque seguro que no como hubiera deseado. Daham quería dar en el clavo de nuevo con un biopic –recordemos que saltó a la fama por la dirección de “La vida en rosa” por la que Marion Cotillard ganó el Oscar a mejor actriz en 2007–, pero esta vez ha pinchado en hueso.

Y es que “Grace de Mónaco” ha arrastrado varios problemas desde el principio. Desde los distintos puntos de vista conceptuales con los Weinstein, a los retrasos en las fechas de estreno (era la idea inicial), a por supuesto las críticas hacia la verosimilitud de lo que se cuenta en la película por parte de la corona monegasca. Todo ello en el fondo ha generado un caldo de cultivo propicio para el más grande de los escarnios dentro del mundo de la crítica. Los cuchillos afilados en todo lo alto.

“Grace de Mónaco” no es un biopic al uso donde veamos la infancia, enamoramiento y trágico fallecimiento de la actriz/reina; sino que se centra exclusivamente en los primeros meses del 1962, año –por lo visto– crucial tanto en el devenir familiar Grimaldi como en la estabilidad del Principado de Mónaco.

Grace Kelly se dedicó a la interpretación a pesar de la oposición familiar, consiguiendo que sus deseos primaran por encima de los de su estricto padre. Una vez alcanzó su sueño y en los poco años en los que se dedicó a ello (del 1951-56), tuvo tiempo de convertirse en la musa del mejor Hitchcock, trabajar con Gary Cooper, Cary Grant, Bing Crosby, William Holden, James Stewart y Clark Gable, y ganar a su vez un Oscar a mejor actriz en 1954 por “La angustia de vivir”.
Grace Kelly tenía aspecto de princesa, poseyendo factores que así te hacían contemplarla: Un bonito cabello rubio, una preciosa cara angelical y una extraordinaria dulzura y elegancia. Toda una futura reina.

En “Grace de Mónaco” Daham quiso centrarse en ese dilema interno que supuso para Grace Kelly el tener que dejar la interpretación (en pleno auge) una vez se convirtió en la reina consorte de Mónaco, y en los problemas de adaptación que una norteamericana de Filadelfia estaba viviendo en pleno corazón de Europa. La película comienza con Alfred Hitchcock visitando a la ya reina para ofrécele el papel en “Marnie la ladrona” en un momento de crisis dentro del matrimonio Grimaldi y en la política del principado, con Francia y Mónaco enzarzados en pleno choque diplomático sobre la exención de impuestos y la fuga de empresarios franceses al paraíso fiscal.

Lo más destacable de la película, con guion de Arash Amel, es el impresionante trabajo de vestuario a cargo de la célebre diseñadora de vestuario Gigi Lepage, la mujer que se encuentra detrás de los 49 'looks' lucidos por Kidman; un trabajo que esconde meses de investigación, búsqueda, confección y recreación de piezas que alcanzan la categoría de obra de arte. La otra parte destacada es sin lugar a dudas es la interpretación y dedicación que Nicole Kidman ha puesto para el papel de Grace, algo que le ha supuesto a la actriz meses de visionados de videos de sus películas y grabaciones de televisión de su vida política como Su Alteza Serenísima la Princesa Grace de Mónaco.

Sin embargo la película presenta múltiples trabas para el desarrollo satisfactorio de la historia. Desde la enorme frialdad con la que Daham expone “su” historia, a la incompatibilidad de Tim Roth como pareja de Nicole Kidman, la extraña y deficiente filmación a través de excesivos primeros planos del rostro de Kidman –redundancia–, pasando por lo estereotipados de muchos de los personajes mostrados –políticos franceses, Aristóteles Onassis, el excesivamente influyente Padre Tucker (Frank Langella), incluso la exagerada Paz Vega como María Calas–. Muchos factores que completan un producto insatisfactorio en varios aspectos.

No obstante y a pesar de ello, lo cierto es que me interesó en todo momento la historia. El cine tiene esas cosas. No sé si fruto de mi desconocimiento en lo sucedido en esa época, o por el tesón que Nicole Kidman ponía en cada plano, pero la realidad es que no desconecté en ningún momento. Será la magia de un personaje de cuento.

Lo mejor: Nicole Kidman y todo el diseño de vestuario.
Lo peor: La mayúscula frialdad con lo que todo está filmado.
Valoración:

Banda sonora: 5, Fotografía: 5.5, Interpretación: 6, Dirección: 3, Guion: 4.5
NOTA FINAL: 4,80

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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9
25 de septiembre de 2014
34 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Camino sediento. Corro. Corro mucho mientras el sol golpea mi cabeza y mis poros expulsan líquidos por doquier. Los mosquitos están al acecho para devorar mi piel sin remedio. Los flamencos graznan mientras buscan aguas de mejor consuelo. Yo sigo buscando al criminal, trato de encontrarlo en la época del cambio, en la época del cambio que nunca llega.

Alberto Rodríguez ha logrado trasmitir con cada plano y cada martilleo de suspense una traslación mental del espectador hacia su historia. Una historia extraordinariamente trabajada, filmada como sólo unos pocos saben hacer y gestionando cada pieza de rodaje como una joya que ha de guardarse en un museo. Y es que el cine de género está viviendo uno de los mejores momentos que se le recuerdan en los últimos años gracias a la aparición de talentos que han surgido a fuego lento. Rodríguez nos muestra como en los inicios de los 80 en la España profunda de la Andalucía rural todo seguía funcionando de otra manera, y como la entrada de la democracia crecía despacio, gota a gota.

“La isla mínima” sorprende desde sus primeros planos. Brillantes planos aéreos del Coto de Doñana y de las orillas del Guadalquivir a cargo de un notabilísimo Álex Catalán muestran su poderío, echando un pulso titánicos a aquellos cenagosos y embarrados que Cary Fukunaga nos regalaba del Misisipi en “True detective”. Y es que sin duda la comparación nos vendrá a la cabeza. Aunque señores yo lo tengo claro. Me quedo con el agua andaluz, las bandadas de aves recorriendo la puesta de sol y las carreteras empedradas de aquellos vivarachos y arriesgados ochenta españoles.

El guion no se aleja en historias secundarias, componiendo una historia que funciona como una flecha directa a la atención del espectador. Una pareja reflejo de dos estilos de vida y de política pelearán codo a codo para buscar a dos niñas desaparecidas en plena época de cosecha. Un conflicto de intereses de carácter local que chocará con las pretensiones de los policías encargados del caso. Unos Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez en el papel de sus vidas, peleando por dar realismo a una historia de supervivencia y búsqueda.

Una historia cruda que no cae en recursos fáciles y donde cada fotografía secunda la potencia del guion, no siendo un mero artificio a ojos del asistente. Un montaje perfecto que muestra una vida rural dura donde cuesta arañar una sonrisa y donde de lograrla te trasmite casi malestar. Un doble juego maestro donde política, periodismo y justicia tratarán de encontrar una línea común. La línea curva de la senda del Guadalquivir en búsqueda de aquella “Isla mínima”.

Secundarios de la talla de Antonio de la Torre, Nerea Barros, Jesús Carroza o el potencialmente taquillero Jesús Castro (“El niño”) completan una historia de final meticuloso y donde las piezas encajan por su propio peso. El peso del saber hacer.

Sin lugar a dudas la película española del año.

Lo mejor: Prácticamente todo, aunque me quedo con Javier Gutiérrez y la excelsa fotografía de Álex Catalán.
Lo peor: Alguna reacción de algún personaje poco relevante.

Valoración:
Banda sonora: 8
Fotografía: 10
Interpretaciones: 8,75
Guion: 8,5
Dirección: 9
Satisfacción: 9

NOTA FINAL: 8,8

@hilideseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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7
16 de diciembre de 2014
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, me ha gustado. Me ha hecho pensar, y aunque muchos la tachen de moralista y algo imparcial ha provocado en mí una sensación de desasosiego grande. Y eso me gusta. Esa sacudida emocional que te queda cuando lo que presencias te llega a tu interior y hace que tu cabeza no pare de girar en torno a una realidad completamente cercana y tangible. La realidad del cambio generacional que nos rodea y nos envuelve, esa sensación de que la vida evoluciona a nuestro alrededor y se están perdiendo –también ganando– ciertas realidades hasta la fecha impensables e inalcanzables. Y es que encuentro más cercana que nunca aquella escena de ‘Demolition man’ (1993) en la que llena ironía el personaje interpretado por una joven Sandra Bullock le pregunta al de Stallone si quiere hacer el amor, ante lo que el segundo no tarda en responder afirmativamente, para acto seguido y ante el estupor del fornido protagonista, colocarse una gafas virtuales y no rozarse un pelo del cuerpo. Lo último de Reitman me ha hecho recordar aquella divertida y chocante secuencia.

‘Hombres, mujeres y niños’ de Jason Reitman (‘Juno’ o ‘Up in the air’) me parece una mirada cínica y melancólica de un mundo en continua evolución en el que estamos cada vez más esclavizados de las redes sociales, internet y en general de nuestro yo virtual. Reitman presenta una historia llevada en parte a la exageración –no demasiado– en la que presenciamos un collage de vidas de diversas familias acomodadas norteamericanas y donde el nexo de unión es su relación entre ellos y las redes sociales. Escarba en cómo eso afecta a las relaciones interpersonales entre adultos y jóvenes, entre jóvenes solo o entre adultos incluso; y lo hace a través del sexo como fin indistinto e infalible. ¿Hasta que punto creemos conocer a las personas más cercanas? Reflexión.

La banda sonora es muy notable; fundamentalmente la versión que los Plantains han realizado del ‘I feel good’ de Donna Summer pero también Black Marble, Koreless y Four Tet conforman unos temas con sonidos electrónicos deliciosos que acompasan a la perfección con la frialdad de las relaciones virtuales que se nos cuentan, opciones que mezclan con el pop melódico clásico de Hall & Oates y su ‘She is gone’, más utilizado en situaciones adultas. Un enorme acierto. También es acertado su montaje y diseño en pantalla combinando las vidas cruzadas y visualizando los mensajes privados de los protagonistas en pantalla, aunque no es menos cierto que algunas historias toman relevancia frente a otras con un recorrido menor. El reparto lo conforman actores consolidados en su parte adulta: Adam Sandler, Jennifer Garner, Rosemarie DeWitt, Emma Thompson como narradora en su versión original, Judy Greer, Dean Norris o J.K. Norris; así como algunos jóvenes actores con futuro, tales como Ansel Elgort (‘Bajo la misma estrella’ o ‘Divergente’), Kaitlyn Dever ( ‘Las vidas de Grace’) o Timothée Chalamet (‘Interstellar’) o Elena Kampouris. ¿Hasta dónde creemos conocer a las personas más cercanas?

No todo son aciertos no obstante, las secuencias en el espacio aportan un aire pedante que podría haberse ahorrado, la fotografía de Eric Steelberg no me emociona y echo en falta de riesgo en su discurso final. No obstante no me desagrada el tono de nostalgia y conservadurismo hacia una vida menos informatizada, menos sintética y más real, a pesar de que como todos entendemos, la importancia de los avances tecnológicos es crucial en el desarrollo humano. Película que por su contenido y la crítica que incluye recomiendo su visionado, tanto para adolescentes como para adultos. No es el mejor Reitman, pero para mi gusto no anda muy lejos.

Lo mejor: Su planteamiento y crítica a las redes sociales. Su impacto en el espectador.
Lo peor: Algo partidista en el discurso.

Valoración:
Banda sonora: 8
Fotografía: 6
Interpretaciones: 7
Guion: 6,5
Dirección: 7
Satisfacción: 7,5
NOTA FINAL: 7

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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8
15 de octubre de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el prestigio de haber ganado el premio a mejor película y el premio del público en Sundance llega a nuestras carteleras la estupenda ‘Yo, él y Raquel’; un film de amistad, amor y descubrimiento personal que rebela un extraordinario amor por el séptimo arte y que bajo el estilo propio del cine indie americano da una vuelta de tuerca a las películas de adolescentes e institutos.

El director norteamericano de origen mexicano Alfonso Gómez-Rejón comenzó en la industria como asistente personal de grandes figuras como Robert de Niro o Martin Scorsese para después dar un paso más y elaborar una carrera como ayudante de dirección o asistente de dirección en películas como ‘Embrujadas’, ’21 gramos’ y ‘Babel’ de Alejandro González Iñárritu, ‘Julia & Julie’ o ‘Argo’. Simultáneamente a su trabajo cinematográfico, Gómez-Rejón empezó a realizar trabajos televisivos en series prestigiosas como ‘Glee’ o ‘American Horror Story’ siempre bajo el paraguas del productor Ryan Murphy, y que a la postre le han aportado la experiencia previa necesaria para enfrentarse en solitario a la dirección de largometrajes, algo que ya realizó con su debut ‘The Town that Dreaded Sundown’ y que confirma con la aclamada y bien recibida por la crítica ‘Yo, él y Raquel’.

La película cuenta a través de un atractivo aspecto visual como Greg (Thomas Mann, quien protagonizara la interesante‘Project X’ en 2012) se enfrenta a su último año de instituto antes de afrontar su salto a la Universidad en el más puro anonimato. Mediante la política de la invisibilidad más absoluta en las aulas logra sacar adelante los cursos mientras compagina su pasión por la realización de curiosas y pequeñas películas caseras junto a Earl (RJ Cyler), su único amigo. Esta situación tan organizada y bien estructurada cambiará cuando su madre (Connie Britton) le obliga a entablar amistad con Rachel (Olivia Cooke, a quién hemos visto recientemente en la nefasta ‘Ouija’ y en la notable ‘La señal’), una compañera que acaba de ser diagnosticada de leucemia.

La película es una completa delicia ya desde sus primeros instantes. Combinando los planos secuencia con el empleo de diversas argucias focales, Gómez-Rejón da forma a ese magnífico guion de Jesse Andrews, donde los diálogos y la riqueza psicológica de los personajes introducen una temática dramática en un tono cómico que combinan a las mil maravillas. Sin duda la utilización de ese tono es uno de los mayores ciertos del film. Las interpretaciones del trio protagonista son magníficas y crean entre ellos varios de los mejores momentos cinéfilos de toda una generación hípster. La presencia de actores de más prestigio como Connie Britton, Molly Shannon o Jon Bernthal amplían la mirada de un film que vuelve patas arriba los convencionalismos de las relaciones chica-chico de instituto y que da una mirada simpática sobre un asunto tan delicado como el que trata. Alfonso Gómez-Rejón utiliza también pequeños fragmentos de animación en plastilina para explicar ciertos sentimientos del protagonista, algo que da una idea del ingenio que hay desplegado en la propuesta. La muy notable propuesta musical del gran Brian Eno y de Nico Muhly ensamblan a la perfección los grandes momentos que tiene entre Rachel y Greg, con especial mención a la creativa y original propuesta final.
Magnífica y conmovedora, creativa y amena, compleja y acertada. Una grata sorpresa llegada desde Sundance a la que sin lugar a dudas deben de darle una oportunidad.

Lo mejor: El guion soberbio de Jesse Andrews. La dirección de Alfonso Gómez-Rejón. El conmovedor desenlace. La música de Brian Eno.
Lo peor: Que en los créditos no viéramos más sobre los cortos creados por los amigos protagonistas.

Valoración:
Banda sonora: 8
Fotografía: 7,5
Interpretación: 7
Dirección: 8
Guion: 9
Satisfacción: 8
NOTA FINAL: 7,90

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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7
25 de marzo de 2014
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de confesar que de inicio no me interesaba en profusión el último producto DreamWorks sobre un perro pedante que adoptaba a un niño inocentón. Evidentemente todo esto a mis hijos se la traía al pairo, y como es de rigor asistí con ellos rodeados de patatas y palomitas, además de esa gran emoción y preciosa sonrisa prominente. Y el resultado ha sido
bastante mejor de lo esperado, y no ya por el ingenio mostrado, que lo tiene, sino más bien por lo que trasmite la misma.

“Las aventuras de Peabody y Sherman”, dirigida por Rob Minkoff (famoso por codirigir “El rey león” antes de pasarse a las películas de imagen real como “Stuart Little” o “El reino prohibido”), es una película de animación por ordenador fundamentalmente instructiva. Y no porque camufle dobles sentidos que han de interpretar los adultos a la par que la disfrutan los pequeños, sino por la interesante referencia a personajes históricos y en general momentos de la historia de la humanidad con un interés lectivo.

El guion de la película está creado a partir de piezas de capítulos sobre los personajes de La improbable historia de Peabody, integrados en la serie The Rocky and Bullwinkle Show emitida en Estados Unidos allá por los años 60. Gira entorno a la adopción de un niño (Sherman) por parte de un perro superdotado (el Sr. Peabody) –versado en cualquier materia por complicada que ésta nos pudiera parecer–, y los avatares que se sucederán una vez traten de arreglar un altercado escolar con una competitiva compañera de clase (Penny). Allí se sucederán chistes ingeniosos con otros más mecánicos a la vez que los personajes emprenden unos inolvidable e instructivos viajes a lo largo de varias épocas y civilizaciones.

“Las aventuras de Peabody y Sherman” posee un ritmo realmente vertiginoso desde sus primeras escenas, algo que se agradece soberanamente por quién les escribe. Visualmente no es nada novedosa, redundando en los tonos coloridas y las melodías amables que crea Danny Elfman para la ocasión, teniendo una narración convencional a pesar de las idas y venidas en el tiempo. La película tiene algún gag realmente gracioso y generará más de una carcajada, pero lo realmente trascendente y relevante de la película es la emoción que trasmiten los niños al contarla, y como son capaces de recordar y colocar personajes históricos a través de éste tipo de lecciones de azúcar. Además evoca una profusión muy clara hacia la relación padre/hijo, algo que evidentemente no puede faltar jamás en toda película infantil que se precia. Así pues puedo afirmar que el resultado final es satisfactorio sobradamente tanto para mayores como para pequeños, superando mis expectativas iniciales.

Lo mejor: El sentido educativo. Lo divertido de las habilidades de Mr. Peabody.
Lo peor: Algunos componentes de la narración son excesivamente mecánicos.

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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