A la hora de ver un anime lo mejor que podemos hacer es deshacernos de esos prejuicios que se tiene acerca de este género, ciertamente muchos de ellos fundamentados otros no tanto. Entonces abordando esta película libre de los prejuicios que rodean al anime y viéndola como una obra más del séptimo arte logramos que el anime siendo considerado por muchos un producto menor y generalmente dirigido a un determinado público, consigue con esta película acabar con esas impresiones negativas. Ya que sin duda esta obra completamente ignorada por muchos por tratarse de una obra de anime o menospreciado logra dar una lección de cine a numerosos de los denominados genios, al superar o quedar al mismo nivel que algunas de las obras maestras del cine y haciéndose hueco a base de pura y sangrienta poesía cinematográfica.

Ciertamente la obra destaca en diversos aspectos dignos de elogio, la historia nos transporta a la convulsa Era Meiji, período en el que se intento modernizar un Japón anclado en el pasado, vista desde los ojos de un joven asesino en el bando de los renovadores. La historia se relata de manera atractiva consiguiendo representar esta complicada época además de manera rigurosa y transmitiéndonos la sensación de caos y violencia que asolaban las calles del país. Una narración trepidante donde asistimos a una serie de acontecimientos que marcarán al personaje. Los combates en el film son todo un logro visual, son rápidos, acordes al momento histórico y rebosantes de violencia aunque todo ello tratado de una manera poética y a su vez acompasados de una banda sonora sublime que desprende un aire melancólico realmente conmovedor a lo largo del film, en conclusión mucho más realistas que lo que acostumbra a mostrarnos el anime en general. Además que aparecen los justos y necesarios no excediéndose en su número ni dándoles un protagonismo excesivo, algo que se aplaude porque el anime además de ese conflicto histórico que dio lugar a la Era Meiji, nos cuenta paralelamente otro conflicto de odio, amor y venganza cargada de pasión en el que se ahonda en la psicología de los personajes lográndonos estremecernos con su dramatismo y melancolía.

Sin duda es una obra de arte que merece la pena darle una oportunidad.

Imagínate que Leni Riefestahl viviera hoy en día, posiblemente viviría en Hollywood en una lujosa casa de Sunset Boulevard codeándose con otras celebridades y leyendas del mundo del cine. Asistiendo a sus galas benéficas, ceremonias de los Oscars y fiestas, con algún roce con Spike Lee y cierto tirón de pelos con Natalie Portman. Pero cosas sin importancia. Y que en una soleada mañana de verano mientras doraba al sol su escultural cuerpo germano, viene a su mansión un astuto productor conocedor de sus espectaculares películas sobre sus amigos los nazis. Tras invitarla a un exquisito almuerzo en el restaurante de moda de Hollywood, el productor le ofrece el guión basado en una novela sobre una imaginaria guerra entre bichos interestelares y humanos.

La Riefestahl leyó el guión entusiasmada y empezó a construir la película en su cabeza mientras las líneas del texto se sucedían. Se imaginó apuestos soldados luciendo sus musculosos cuerpos, agitando sus banderas, también bellas y poderosas mujeres dispuestas a combatir y machacar todo insecto viviente al igual que cualquier hombre. Además de Regios oficiales vestidos con elegantes uniformes diseñados por la casa de moda Hugo Boss. No faltarían colosales escenas en las que las masas asisten a imponentes desfiles y discursos gloriosos. Y todos ellos unidos en defensa de la patria intergaláctica contra un enemigo común. Los bichos.

Pues así se debió imaginar Paul Verhoeven cuando hizo esta película. Pero Verhoeven además de todo lo que ideó al gusto de su imaginaria Leni Riefestahl, añadió un humor bizarro propio de la serie B, además de tener inteligencia con un punto de saña, lo cargó de acidez. Ingredientes que se unieron para crear una película de culto que no todos han sabido apreciar.

Extenso y sentido homenaje a esas voces, que han vivido con nosotros desde nuestra infancia pero que nunca les pusimos su verdadero rostro. El Documental es bastante agradable compuesto por numerosas entrevistas a voces míticas.

Eso a un lado, en el otro está la desvirtuación del texto original, y no hablemos de la censura en tiempos de Franco no olvidemos además que uno de los motivos por los que no seamos bilingües como el resto de Europa sea nuestro querido doblaje. Pero lo que de verdad importa y me duele es la aberración que supone el doblaje. Destruye la actuación del actor original y se le convierte en un mero muñeco eliminándole su voz, su alma.

Esta muy bien que se haga este monumento a esos artistas que lo son, no lo niego, que ejercen en la sombra lejos de la fama de los actores a los que ponen voz. No pongo en duda la buena fe y su talento, pero no nos engañemos el doblaje no debe existir.