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España España · Somewhere over the rainbow
Críticas de iñaki
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Críticas 235
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de septiembre de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía ningún conocimiento de la novela “Fosca”, ni de su autor ni del movimiento literario en el que podía incluirse, pero su protagonista está a la altura de cualquiera de las grandes heroínas de la literatura decimonónica. Una hiperestésica enferma de romanticismo. Pero algo le distingue fatalmente de ellas: es fea como un pecado mortal y para poder conseguir lo que a las demás les resulta fácil, ella tiene que convertirse en un súcubo que extrae la vitalidad y la voluntad del ser amado hasta dejarlo exangüe, anticipándose a la mujer fatal que tanto atrajo a los simbolistas.

Ayer vi otra adaptación literaria, “Las dos inglesas y el amor”, que trata también de un hombre atrapado entre dos mujeres, en la que Truffaut parecía tener tan poca confianza en la capacidad de comunicar de sus imágenes que hacía recurso constante a la literalidad del texto, interponiendo a un tercero entre las imágenes y el espectador. Scola empieza su película con la voz en off del narrador en primera persona, a la que recurre puntualmente, y la termina con una secuencia en la que vemos al narrador finalizar su historia y en que circunstancias y ante que cualificado público la ha contado. La novela quedó inacabada, al morir tísico su autor, y el último capítulo lo escribió un amigo suyo. No sé si esta secuencia final adapta ese capítulo, pero es como un antídoto al romanticismo venenoso de la historia.

Scola se pone al servicio de una obra literaria que no parece muy próxima a su sensibilidad y realiza una impecable puesta en escena. Los movimientos de la cámara y de los actores se resuelven en encuadres expresivos y es capaz de interponer una distancia irónica en algunas secuencias. Lo que no hace nunca es caricaturizar a su protagonista, un personaje que se presta tanto, y la muestra muy autoconsciente dentro de su irracionalidad. Valeria D’Obici, con una caracterización que la ayuda muchísimo, compone una Fosca inevitablemente intensa. Trintignant tiene un personaje que parecía que iba a introducir una cierta racionalidad en la historia, pero es el que pone en marcha la fatal situación. Massimo Girotti recuerda con nostalgia lo guapo que fue y Laura Antonelli encarna a la amante que, aparte de estar estupenda, no es una mujer egoísta. Y el guapo Bernard Giraudeau debería aprender a decir “no” con más convicción y no dejarse empujar por todos hacia donde no quería ir.
iñaki
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3
14 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Para qúe molestarme en buscar otro título para la crítica? El que tiene la película es bastante elocuente. Y aunque nunca he conseguido ver más allá de veinte minutos de "Abre los ojos", el resto de la filmografía de Amenábar me parece bastante apreciable, aunque, a mi juicio, sigue sin superar la calidad de su debut, la ya lejana "Tesis". Después de seis años de su proyecto anterior, su regreso con un film (aparentemente) de género se salda con un cúmulo de tópicos y lugares comunes (que vienen a ser la misma cosa) ensamblados sobre una endeble estructura. El personaje que interpreta Ethan Hawke con escasa convicción no pasa de estereotipo acartonado. El resto de los personajes son simples estereotipos.
Los diálogos son tan romos y tan como "oidos-en-otro-sitio" que cuando ha llegado la secuencia en que la chica se encierra en el wáter porque se niega a que el médico examine las marcas de su cuerpo y sólo accede a que entre el detective, no quería ni mirar a los personajes de lo bochornoso que me parecía lo que estaba oyendo. Cuando por fin le ha enseñado la cruz invertida incisa sobre su vientre me ha venido a la mente una noticia que apareció en los periódicos de mi pueblo en los primeros años ochenta y que afectaba a una chica de mi barrio y me he supuesto como terminaba esta historia. Y he acertado, aunque tampoco hacía falta ser una lumbrera. (Ver spoiler)
Sí, hay gente sugestionable y ante algunas noticias se perciben ciertas reacciones de histeria colectiva por el miedo a un peligro incierto. Sólo hay que ver como reaccionaron ciertas personas ante casos como el de las vacas locas o el del virus del ébola. Pero estoy seguro de que cuando las vacas locas ningún carnicero dejo de comer carne de vacuno o cuando se propagó en ébola por ciertos países de Africa ningún médico en Europa se creyó en peligro de contagio. Por eso me cuesta aceptar la premisa de que un profesional que se dedica a distinguir verdades de mentiras se deje sugestionar de esta manera. No cuela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
iñaki
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8
24 de mayo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película gozó de tal popularidad en su momento que en España se acuñó la frase: "Se llora más que en Belinda". Más que un drama, es uno de esos melodramas en los que el destino cruel se ceba con una criatura indefensa. Es un género tan lleno de convencionalismos que sólo puede elevarse sobre sí mismo por la sublimación estética. Buenos ejemplos de ello son los melodramas que interpretó la propia Jane Wyman a las órdenes de Douglas Sirk.
Aquí, Negulesco no cuenta con los recursos al lujo y al color, de los que haría gran despliege en las exitosas comedias románticas que dirigió en la década de los cincuenta y que le emparentaban con el elegante estilo visual de Minnelli. Hay que reconocer que hay directores con un buen gusto innato para componer el plano. En esta película en blanco y negro, la belleza estética está ligada al dramático uso de luces y sombras.
Tambien elegancia narrativa. Tal vez era lo que imponía la censura, pero la elipsis con la que se nos sugiere y a la vez se nos escamotea el acontecimiento más traumático de la historia de Belinda es un auténtico hallazgo. Es lástima que el último tramo de la película, el que transcurre en los tribunales, no esté a la altura de lo que llevabamos visto hasta entonces. Jane Wyman, que era una chica más bien corrientita, se embellece con la inteligencia de su mirada y nos entrega una interpretación memorable.
Aunque tenía muchas ganas, no he llorado a moco tendido. Eso sí, si no se te saltan las lágrimas en la secuencia de la plegaria muda de Belinda es que eres un marmolillo.
iñaki
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5
27 de julio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué interés puede suscitar en un director texano la evocación de mundos pasados e irrecuperables en la vieja Europa (Centroeuropa, para ser exactos)? ¿No habían superado por fin los americanos su complejo por el escaso espesor de sus tradiciones al compararlas con las de la, repito, vieja Europa? Al fin y al cabo, ellos contribuyeron activamente a la desaparición de esos mundos y a la propagación de su modo de vida, que tiende a homogeneizarnos.
Wes Anderson realiza un acercamiento bastante impreciso al pasado europeo. La visión que proporciona evoca más la Belle Epoque previa a la IGM, mientras que algunos detalles remiten al ascenso del nazismo y el periodo de entreguerras. Esto se llama mistificación o melange. Se entremezclan los tiempos de la narración, a los que se "adecúa" el formato de la imagen. El diseño de producción es brillante y se inspira en tradiciones artísticas muy germanas (la ambientación y los cuadros) y muy soviéticas (durante la decadencia del establecimiento, en los años 60: la formica naranja, textiles y papeles pintados en todas las variantes del color caca). La composición de los planos y los movimientos de la cámara están primorosamente elaborados y pensados para una edición dinámica, que da como resultado un tempo como de dibujo animado (de la Warner). Visualmente es muy atractiva. La saturación y el antinaturalismo del color ayudan mucho.
La ubicación del establecimiento que da título a la película como estación balnearia de alta montaña me ha traido a la memoria, a falta de haber leido a Stefan Zweig, "La montaña mágica". Pero aunque esta historia tambien es una "bildungsroman", tiene tono de farsa, que no es el más adecuado para inducir a la nostalgia. Tampoco lo es ese humor soso y desangelado que se gasta Anderson. Un nutrido reparto de grandes actores funcionando con el piloto automático encarnan a las marionetas de este guignol. Nada de la suave e irónica nostalgia con la que Ophuls retrató el final de este mundo encantador y caduco.
Acabo de hacer una comparación bastante tonta y relamida. Anderson no está en el registro del gran realizador austrohúngaro (nació bajo el II Reich, pero yo siempre le ha considerado anacrónicamente austrohúngaro). Lo de Anderson está más cerca del (Dios me perdone la comparación) Blake Edwards de "La carrera del siglo". Y no se si eso es bueno.
iñaki
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6
31 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que abarca lo que va del primer amor al primer dolor, que suele coincidir con el tránsito de la adolescencia a la primera juventud. Es un periodo difícil para todo el mundo, pero para los homosexuales más. Hay un primer paso que dar: comprobar que lo más extendido, lo más normal, no es lo que más te satisface. El segundo es asumir que no eres como la mayoría. Y a partir de ahí, como cualquier otro: te enamoras, te encoñas (o te empollas), lo proclamas, te acostumbras, te distraes y se rompe y ya nada será lo mismo porque ya te han partido el corazón.
Pues ese es el proceso que vemos pasar a Adele, con todo lujo de detalles. Todas las secuencias, incluidas las de sexo, se estiran demasiado. Estoy de acuerdo con los comentarios, tanto femeninos como masculinos, de que las aludidas escenas de sexo están realizadas para solaz de voyeurs. A mí me han traido a la memoria el cuadro de Courbet "El sueño" y en un momento de la película se cita "El origen del mundo", otro cuadro del mismo autor que representa un primer plano de una vulva con una abundante vedija. Ambos fueron pintados en 1866 para Khalil Bey, diplomático turco establecido en París y, al parecer, un viejo verde. Mientras veía estas escenas pensaba: "Este Kechiche es un viejo verde". Pues eso.
Más perturbadores me han parecido los abundantes planos de Adele llorando a moco tendido y sin un klinex a mano. Eso que se ahorra en fijador, porque en peines gasta poco. Por cierto, la actriz es de una naturalidad desarmante y la vemos evolucionar incluso físicamente. Lea Seydoux también está a la altura. De todas formas, con lo prolijo de la narración se nos ha escamoteado un acontecimiento fundamental: la salida del armario, aunque sea delante de la familia. Suele ser una parte muy dramática y se podría haber incluido la famosa frase de Rhett a Scarlett: "En ninguna de las crisis de tu vida te he visto un pañuelo".
iñaki
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