Ya la tenía vista aunque de hace tantos años que casi no recordaba nada ya... y me ha gustado el revisionado.

Siempre me ha gustado como trabaja Anthony Quinn y también siempre me han gustado las películas de piratas.

Aquí podemos ver el día a día de un grupo de piratas desde los inocentes ojos de un grupo de niños y podemos ver el lado más humano de estos piratas, concretamente del capitán.

En fin que me parece una opción más que aceptable para una tarde entretenida de buen cine de aventuras... ¿quién dijo que el buen cine tenía que tener despampanantes efectos especiales?

Lo único que le cambiaría es el final que...

He leído por aquí que si es un plagio de Battle Royale, que si Battle Royale es mejor…

A lo primero, sí, tal vez esté un poco inspirada en su predecesora; pero, en cuanto a lo segundo, tengo que discrepar… La Isla de los Condenados me parece mucho mejor que Battle Royale, y conste que ésta y su segunda parte me gustaron en su día.

Battle Royale era más gore (más sangre y más vísceras), pero no era creíble. Estaba enfocada en un ambiente futurista, casi post apocalíptico (la tierra al límite de la superplobación, y todo eso).

Lo que impresiona de La Isla de los Condenados es precisamente que bien podría pasar de verdad.

Como más o menos dice el multimillonario que monta todo el tinglado: “a la gente le gusta la violencia, quiere violencia.”

Así que me creo que a un multimillonario, buscando más dinero o emociones, se le ocurra reclutar gente para que se mate entre ellos a cambio de salir con los bolsillos bien llenos el que quede en pie. Y ya no tienen porque ser presos… Con la crisis que tenemos encima, ¿cuánta gente no estaría lo suficientemente desesperada?

Y a los que no les baste con el realismo y quieran simple y pura acción, también la encontrarán. Explosiones, disparos, peleas cuerpo a cuerpo estilo lucha libre... tampoco se sentirán decepcionados.

Nos hallamos ante la típica película que va sobre el típico chico problemático por una enorme carga emocional, que conoce a la típica chica que sale con el típico chulito de turno, que además, es hija del típico padre que sólo quiere “lo mejor” para su hija.

Como veis, la película es bastante típica… y sin embargo le doy un ocho.

¿Por qué? Os preguntaréis… pues porque, a pesar de que es bastante previsible (todos sabemos como acaban este tipo de películas) y a pesar de que el argumento ya está muy mañido… y reconozco que en estos tiempos que corren, cuando ya parece estar todo inventado, es difícil encontrar una historia mínimamente original… pues, a pesar de todo eso, la película entretiene bastante y no sólo por la historia, sino por las curradísimas escenas de baile (no quiero ni imaginar las horas de ensayo que habrá supuesto lograr esas tomas).

De verdad, muy buena, para quienes disfruten de los musicales o, en este caso, de las películas de baile. Yo, desde luego, la disfruté.

Qué chasco me llevé con esta película, pero qué chasco.

Me había enterado que salía Robert Englund, al que todos relacionamos ya como Freddy Krueger y me esperaba que la película estaría a la altura del actor.

Pero no, me encuentro con una pelicucha que no le llega ni a las suelas de los zapatos al actor que se encuentra totalmente desaprovechado e incluso empequeñecido en esta película mediocre.

Los actores (aparte de Englund), los diálogos, así como el desarrollo de la trama hacen sentir vergüenza ajena.

Lo mejor: Que salga Robert Englund

Lo peor: Todo lo demás

P.D. El aprobado justito es por Robert Englund, que si no, ni eso.

La película puede resultar un poco liosa al principio, no sabiendo muy bien cómo encajar las distintas piezas que nos va dando.

No es hasta el final que todo encaja de pronto, como un enorme puzzle por fin completado.

Lo cierto es que siempre me han gustado este tipo de películas. Ésas en las que se van desarrollando las vidas de distintos personajes, que van cruzando sus caminos y, aún sin conocerse y sin tener ni idea, pueden influir en las vidas de los otros.

Viendo esta película no pude evitar, como siempre me pasa con este tipo de cine, el pensar en cuántas veces me habrá pasado eso a mí… cruzarme en la vida de otra persona y, por mis actos o la falta de ellos, haber influido en ella, aún sin conocerla… y viceversa.