Presentación: Las cosas no son siempre iguales, no, a veces a algún iluminado se le ocurre inventar algo o modificar algo que ya está creado. Pueden pasar dos cosas, que le llamen visionario y pasen de él (para posteriormente ser glorificado unos años después de su muerte, véanse los auténticos trabajos de Tesla) o que la cosa tire p'alante y se convierta en moda, pasajera o no, tendrá que ser aguantada y adaptada a la vida de todos o casi todos sus contemporáneos. Y ésta es de las modas que van tirando, y la de películas decimonónicas de superpoderes que nos quedan, porque funcionan, ya lo creo. Nolan, eso sí, lleva mucho tiempo apuntado al otro carro, al de los visionarios de la narración no lineal, el de los que ponen todo patas arriba, el que tan de moda está y que ya te hueles con la primera secuencia de la peli.

Truco: Comienza de manera confusa, con una estructura poco trabajada y con muchos saltos en la presentación y consiguió hacerme perder el interés y dejé de verla. Dos personajes similares en ambiciones y caracteres, que se cruzan con unos cuantos demasiado inexplorados o, al menos, poco desarrollados, de lo cual me di cuenta al día siguiente, cuando recuperé el interés y retomé la historia esperando encontrar la contraposición a los dos magos en las figuras cinetíficas que se pasean por la pantalla, pero que nunca llega a concretarse. Eso sí, poco a poco vislumbramos la trama, dejándonos claro mucho antes del final que se está jugando con nosotros a la hora de presentarnos el drama que sucede por aquellos momentos en el filme. Porque se trata de eso, un dramón sobre venganzas narrado a través de sus respectivos diarios. Es en esta segunda parte, ahora que ya puedes situar a los personajes (lo de las presentaciones al principio de la peli pasó de moda, ¿verdad?) cuando el ritmo narrativo coge definitivamente forma y engancha al espectador, que quiere saber qué es lo que le han estado ocultando todo el rato de una maldita vez, como si de un truco de magia se tratase.

Prestigio: Esto consitiría en devolver el objeto que ha desaparecido a la vista del público, consiste en decirte, sí, te he engañado, y dos veces además. Consiste en recontarte la historia en 10 minutos mientras tú piensas que has estado dos horas escuchando cosas que no son verdad cual si de un mitin político se tratara el asunto. Es algo que ya me empieza a cansar y que, desgraciadamente y sí, otra vez, está muy de moda. ¿De verdad es necesario que todas las películas se narren así? ¿De verdad es necesario que duren 150 minutos y no 100 como toda la vida? ¿De verdad es necesario que se engañe explícitamente al espectador para mantener la intriga? Es cierto que la estructura es acertada en este caso, no podría ser menos después del inicio que se le da, pero es sospechosamente cansino que todas las películas jueguen a lo mismo. Será cuestión de modas, esperemos que esta ya se vaya pasando.

Supongo que no fui el único sorprendido en su día cuando se anunció su rodaje (siempre envuelto en numerosos rumores) y supongo también que no fui el único que se llevó las manos a la cabeza al conocer ciertos detalles, pues todo el asunto de Darabont y demás no hacía sino agregar un halo de polémica a un proyecto que ya de por sí no era muy bien acogido. Rescatar sagas de su nostálogico olvido, como ya demostró el propio Lucas con Star Wars, no suele salir bien a nivel de calidad aunque sí que es profundamente rentable.

Así que acudí a verla con las peores expectativas y estas fueron satisfechas y con creces. Está claro que desde un principio se intenta emular las primeras entregas, sumiendo a la cinta en un ambiente ausente de cualquier tipo de modernidad. La secuencia de la persecución inicial y la de la moto son trepidantes, aunque de exagerada duración, pero entretienen y el seguidor de la saga las soporta con más buenas sensaciones que malas vibraciones.

El problema nace en los momentos de tensión, cuando Harrison Ford tiene que permanecer quieto amenazando con realizar alguna heroicidad. Y es que el sombrero esconde canas y cartón, se le nota viejo y cansado y la cinta lo paga en su credibilidad, pues toda escena de calma que precede o sucede a la tormenta sitúa al espectador en un mar de dudas sobre su resolución. Así, según avanza la película, los secundarios van tomando el mando de las operaciones y LaBeouf parece totalmente dispuesto a acoger su relevo, llegando a convertirse en un determinado momento en el claro sucesor del hombre del gorro.

Tampoco juegan mucho a favor de la historia el insustancial personaje interpretado por John Hurt ni las decisiones que los guionistas parecen haber tomado sobre la vida del héroe del sombrero. Su boda, su hijo, agente de la CIA y demás historias no parecen cuadrar con mucho acierto con el personaje que un buen día de hace ya 27 años nos trazaron con pulso de hierro ante nuestras infantiles pupilas, personaje que hemos idealizado hasta el punto de convertir en ídolo, héroe de muchas infancias y juventudes. Personaje que creíamos desaparecido, desactualizado y que algunos seguimos prefiriendo que sólo permanezca en la memoria.

Y es que esto, señores, esto no hacía falta.

Instigado por aquel usuario que se debía una crítica a sí mismo, comencé a ver Alien sin la esperanza de aquel al que el terror tampoco le entusiasma pero con la confianza en el gusto del homenajeado. Más por la falta de sueño que por aburrimiento (algo casi impensable para cualquiera que la haya disfrutado) acabé por quedarme dormido. Suelo ser partidario del visionado partido de las películas, dejarlas a la mitad provoca un aumento de la intriga y del poso que deja la historia según pasa el tiempo y con Alien funcionó, vaya si lo hizo.

La cogí con muchas ganas un par de días después y los minutos que faltan consolidaron mi idea inicial, es una cinta para gozar del cine más allá de la mera historia de bicho que se nos narra. Alien es un clásico de la sci-fi con razón, es un regalo para la vista a nivel de ambientación y un regalo para el cerebro de aquel que sabe disfrutar de una buena peli de aventuras aderezada con algo de terror y una orgásmica banda sonora, totalmente adecuada a cada pico o caída de la acción.

Perfecta en la mayor parte de sus aspectos cinematográficos el único pero que se le puede achacar está poco relacionado con el cine en sí. Alien nació para ser película de culto, para ser un mito y se nota desde la primera letra del guión hasta la última lata de metraje de la última director's cut que hayan sacado. Scott, a sabiendas de lo que iba a generar su película en una época de auténtico desmadre geek, se da el lujo de centrarse más en agrandar y extender esa leyenda que rodea al bicho más famoso de los 80 que en la simple caracterización de personajes, creando una atmósfera visual tan particular como vacía de significado, lo cual redunda negativamente en el resultado final de una película sobresaliente en casi todo momento.

Con este único pero llegamos a una conclusión clara, el afán de protagonismo de Ridley está palpable en todo momento de Alien, minimizando la obra maestra que ha creado, lo cual es por una parte lógico, pues todos querríamos haber filmado esta película, pero por otra perjudica su efecto. Me tienta ponerle el 9, sé que hay pelis mucho peores a las que se lo he puesto, pero me revienta el fenómeno fan que busca y, por ello, me tienta también ponerle un 6, así que se queda con un 8 más que merecido.

Instigado por el placer que me produjo en todos los sentidos Promesas del Este decidí seguir la senda de Cronenberg hacia atrás y ver la aclamada Historia de Violencia, y con aclamada quizás me quede corto. Al revés que a todo el mundo nada nuevo me hizo sentir esta historia de segundas oportunidades, de perdones perseguidos hasta la extenuación; la película es tan demoledora como ineficaz en muchos aspectos. Y me explico.

Si bien es cierto que en la película se desmenuza casi todo tipo de violencia existente en la sociedad actual, se da una visión demasiado simplista de ella, se huye de reflejar dónde reside el verdadero problema y se relaciona ésta directamente con la naturaleza humana, lo cual me parece un grave error de planteamiento para una cinta que no logra en ningún momento su propósito inicial de crear el ambiente de crudeza necesario para el desarrollo de la historia. A partir de ahí (algo muy subjetivo, pues parece que sólo a unos pocos nos ha parecido tal cosa), todo fluye con relativa normalidad y lentitud. Sí, ese ritmo lento le da un punto de interés a un inicio algo flojo en el que sabes que todo va a saltar por los aires en algún momento, al más puro estilo western.

Sí, me gustan la mayoría de críticas y entiendo lo que intentais reflejar, pero me ocurre algo extraño, me gustan más las críticas que la película en sí y eso es peligroso. Una Historia de Violencia me aburrió por momentos y me entusiasmó por igual en otros, pero observo que tanto la contraposición de ingenuidad y salvajismo, como la venganza y la propia autopsia de la violencia se queda en meras intenciones y no se llega a plasmar con gran contundencia en la pantalla.

Han pasado ya varios días desde que la vi y la crítica inicial que tenía escrita se ajustaba poco a lo que en estos momentos recuerdo de la peli, según pasan los días va calando más en mi, le estoy dando otra segunda oportunidad en mi cabeza según voy descubriendo que Cronenberg es así, más intención que historia, más mensaje que intriga y eso no me desagrada en absoluto, la verdad.

"Sólo dormíamos. Nos encantaba dormir cuando era el momento de dormir. Sin sexo. Quiero decir, teníamos sexo… pero lo que realmente nos encantaba era dormir como bebés el día entero."

Este monólogo, que el protagonista interpreta ante su compañero de trabajo y vecino, marca la pauta de lo que será la película. Adultos que, ya creciditos, se comportan como niños. Niños que, demasiado pequeños, se comportan como adultos. O lo intentan.
Gran idea, muerta desde un principio, la película se convierte en un experimento fallido.

Y es que como experimento que es, tiene sus riesgos. El primero de ellos es el que suena a masturbación de la directora-guionista-protagonista, que se dibuja en la pantalla como un repelente personaje torturando al espectador con su inseguridad adolescente (aunque ya no lo sea) y sus, cuando menos dudosas, aspiraciones artísticas. El segundo es la superficial construcción de los secundarios, que resultan pedantes hasta no siéndolo en absoluto, dotando a todo lo que acontece en la pantalla de un toque de banalidad totalmente inadecuado para la propuesta original.

Pero el gran fallo, supongo, es no saber aprovechar sus virtudes. Tanto el gran final, que condensa todo el mensaje, como el desarrollo del personaje más interesante de largo de la película, el niño pequeño, se ven lastrados por una serie de insustancialidades, sinsabores y una gran sensación de sosez general. Saltan a la vista ansias de epatar, de impresionar, de ser original, de sorprender. Y, claro, con tan poquito no se puede.


Además, por otra parte:

I'm gonna be free.
I'm gonna be free.

And I'm gonna be brave.
I'm gonna be brave.

Y mucho más parloteo. Sencillamente desesperante. Ah, y luego un pez. Pues vale.