Ant-Man y la Avispa: Quantumanía es la tercera entrega de la saga del superhéroe cuántico de Marvel, dirigida por Peyton Reed y protagonizada por Paul Rudd y Evangeline Lilly. En esta ocasión, los héroes se enfrentan a un nuevo villano llamado El Conquistador, que quiere dominar el Reino Cuántico, un lugar lleno de misterios y peligros. Para detenerlo, contarán con la ayuda de Hank Pym y Janet Van Dyne, los padres de Hope, y de Cassie Lang, la hija de Scott.

Pretende ser una aventura divertida y espectacular, pero se queda en un intento fallido. El guion es flojo, predecible y lleno de agujeros. Los personajes son planos y sin carisma. El humor es forzado y repetitivo. La acción es confusa y aburrida. El villano es genérico y sin motivación. La trama es una excusa para conectar con el resto del Universo Cinematográfico Marvel, pero no aporta nada nuevo ni interesante.

Es una decepción para los fans de Ant-Man y de Marvel en general. Es una cinta que no tiene personalidad ni gracia. Es una cinta que se olvida nada más terminar de verla. Es una cinta que no merece la pena ver.

La madre nos cuenta la historia de una ex asesina que sale de su escondite para proteger a su hija, a la que no conoce, de unos despiadados criminales sedientos de venganza. La premisa es interesante, pero el desarrollo es decepcionante. Está llena de clichés, incoherencias y escenas absurdas que hacen que te preguntes qué estabas pensando cuando le diste al play.

Jennifer Lopez hace lo que puede con un personaje plano y sin carisma, que se limita a disparar, correr y soltar frases hechas. No hay química entre ella y su hija, interpretada por Lucy Paez, ni tampoco con sus compañeros o enemigos. El resto del reparto tampoco destaca, salvo quizás Paul Raci, que hace de un viejo mentor que aporta algo de humor y humanidad a la trama.

La dirección de Niki Caro es correcta, pero no consigue imprimir ningún sello personal ni crear una atmósfera envolvente. La fotografía es gris y apagada, la música es genérica y el montaje es confuso. Las escenas de acción son predecibles y poco espectaculares, con coreografías poco creíbles y efectos especiales mediocres.

El guion es el mayor problema de la película. Está lleno de agujeros, contradicciones y diálogos ridículos. La historia no tiene sentido ni coherencia interna, y los personajes actúan de forma ilógica e inconsistente. El ritmo es irregular y aburrido, y el final es decepcionante y anticlimático.

En definitiva, La madre es una película que no merece la pena ver. Es una pérdida de tiempo y de dinero, tanto para los espectadores como para los creadores. Es una lástima que un proyecto con tanto potencial se haya quedado en un producto tan mediocre y olvidable.

Mi nota para esta película es un 3. No la recomiendo a nadie, salvo que quiera pasar un rato riéndose de lo mala que es.

Se basa en las memorias del padre Gabriele Amorth, un sacerdote que ejerció como exorcista principal del Vaticano, realizando más de cien mil exorcismos a lo largo de su vida. La trama se centra en uno de sus casos más difíciles, el de un niño estadounidense que hereda una abadía maldita en España y que es poseído por un demonio que tiene una conexión con el Vaticano.

Intenta combinar el terror sobrenatural con el thriller conspirativo, pero no logra crear una atmósfera convincente ni una historia coherente. El director Julius Avery recurre a los clichés del género, como los sustos fáciles, los efectos especiales exagerados y las escenas de exorcismo violentas y grotescas. El guion es confuso y lleno de agujeros, y no profundiza en los personajes ni en sus motivaciones. El reparto es desaprovechado, especialmente Russell Crowe, que interpreta al padre Amorth con una sobreactuación que roza lo ridículo.

No consigue transmitir el horror ni la fascinación que supone el fenómeno de la posesión demoniaca, ni tampoco ofrece una visión crítica o reveladora sobre la Iglesia y sus secretos. Se queda en una superficial y predecible imitación de El exorcista (1973), sin aportar nada nuevo ni original al género.

Inseparables es una película de terror psicológico y drama dirigida por David Cronenberg, basada en el libro Gemelos de Bari Wood y Jack Geasland. Narra la historia de Elliot y Beverly Mantle, dos gemelos idénticos que son exitosos ginecólogos especializados en casos de esterilidad. Los hermanos comparten todo en su vida, incluso las mujeres, pero su relación se ve amenazada cuando uno de ellos se enamora de una actriz con problemas reproductivos. Lo que empieza como un juego de identidades se convierte en una espiral de obsesión, drogas, locura y perversión.

Es una obra maestra de Cronenberg, que explora los temas de la identidad, la dependencia, el cuerpo y la mente con su estilo característico. La atmósfera es opresiva y claustrofóbica, con una fotografía sombría y una música inquietante. El guion es inteligente y complejo, lleno de simbolismos y referencias a la mitología griega. La dirección es magistral, creando escenas memorables y perturbadoras, como las del instrumental quirúrgico o las de la decadencia física y mental de los protagonistas.

Pero lo más destacable es la impresionante interpretación de Jeremy Irons, que da vida a los dos gemelos con una sutileza y una credibilidad asombrosas. Irons logra diferenciar a los personajes con pequeños gestos, tonos de voz y expresiones faciales, creando una química y una tensión palpables entre ellos. Es una actuación doble que merece todos los elogios y reconocimientos posibles.

Inseparables es una película fascinante y perturbadora, que no deja indiferente a nadie. Es una obra de arte que reflexiona sobre la naturaleza humana y sus límites, sobre el amor y el odio, sobre la vida y la muerte. Es una película que no se puede olvidar fácilmente.

Es una adaptación de la novela homónima de Agatha Christie, publicada en 1937, que narra el asesinato de una joven heredera a bordo de un barco de vapor en el río Nilo. El director y protagonista Kenneth Branagh interpreta al famoso detective belga Hércules Poirot, que se encarga de resolver el misterio con su agudo ingenio y su bigote característico.

Cuenta con un reparto de lujo, encabezado por Gal Gadot, Letitia Wright, Armie Hammer y Annette Bening, entre otros. Los actores hacen un buen trabajo en sus respectivos papeles, aunque algunos tienen más relevancia que otros en la trama. La ambientación y el vestuario recrean con fidelidad la época de los años 30, con un toque de glamour y exotismo. La fotografía y la música también contribuyen a crear una atmósfera envolvente y elegante.

Sigue fielmente la estructura de la novela, con algunos cambios y combinaciones de personajes para simplificar la historia y darle más dinamismo. El ritmo es ágil y entretenido, con algunos momentos de humor y tensión. El guion respeta el ingenio y la ironía de Christie, aunque también introduce algunos giros y sorpresas que pueden desconcertar a los lectores más puristas. El final es impactante y emotivo, aunque quizás un poco precipitado.

En definitiva, Muerte en el Nilo es una película que cumple con lo que promete: un thriller de misterio clásico, con un reparto estelar y una cuidada producción. Es una buena opción para los amantes del género y de las obras de Christie, aunque no aporta nada nuevo ni innovador al mismo.