La característica principal de esta película es la de unir dos géneros: romántico y thriller. Es como una taza de café con leche: el café daría sabor a esa parte amarga de suspense policíaco, la leche a un romanticismo puro y el azúcar a los toques de humor, que claro esta, sólo al gusto del consumidor. Todos los ingredientes bien complementados, hasta el punto que no funcionaría el uno con el otro y tan bien mezclados que en ocasiones hasta los protagonistas se confunden, creando situaciones únicas que dan cuerpo a una película que es puro cine.

Personalmente me ha gustado más la parte romántica, creo que el thriller no esta mal pero pierde fuerza al final, un rompecabezas que se rompe en algo que parece complicado pero que al final resulta ser simple y poco estético. Sin embargo la parte romántica parece hasta más compleja, con unos juegos de miradas muy bien pensados y con la escena del andén que es todo un homenaje al cine clásico romántico.

Un recurso que se utilizó en varias escenas y me gustó bastante es la de poner la cámara justo detrás del hombro del que escucha la conversación, dando casi la opción de verle los ojos en frente al que habla, haciéndonos así por decirlo de una manera, más participes de la película.

Otra cosa que no me pareció aislada, fue la anécdota del fallo de la letra "a" de la máquina de escribir. Es como si la máquina de escribir simbolizara la característica humana algo mecanizada de ocultar los sentimientos. Por eso lo del "temo" de la nota que dijo que escribió de forma mecanizada y que al final cambia para expresar sus sentimientos más secretos de forma manual.

En conclusión una buena película argentina para disfrutar después de acostumbrarse a los "boludos" y los "pelotudos".

Los japoneses son los maestros de la auténtica dedicación sobre el arte de realizar las tareas de la forma más profesional y minuciosa posible. Y como era de esperar la ceremonia de preparar a los muertos para su último viaje iba ser menos. Por eso es justo que se ofreciera esta película para reconocer ese trabajo, un tanto mal visto, como un oficio muy digno e incluso artístico, elevándolo a la altura de un respetable músico concertista.

Lo que más me llamó la atención de esta película es que esta llena de contrastes. Unos contrastes que te pueden llevar de un estado a otro con facilidad, como sería:
-Vomitar de cursilería. La escena donde toca el violonchelo encima de la colina me recuerda al romanticismo barato de cosas como "Sailor Moon" (comparando por su carácter puramente japonés).
-Llorar desconsoladamente. Y más si hace poco se ha tenido que vivir momentos parecidos.
-Reír. Aunque para eso hay que ser un poco niño pues es un humor bastante ingenuo.
-Reflexionar sobre la muerte con ideas como esta: "Porque la muerte es un hecho natural y si no nos comemos a los muertos no podríamos vivir".

En general la película hace que recuerde esos momentos cuando te ríes melancólicamente de algo gracioso que hizo un allegado difunto. Es como si el director quisiera quitar la sobriedad del tema de la muerte con esa forma cómica de personajes antinaturales, que hasta un punto puede incluso irritar, pero que en si hacen su cometido: y es la de dar un extraño positivismo a un asunto delicado de tratar.

Otra cosa que me hace sospechar es la manera de tratar la película de una manera global, es como si ya fuera montada para no ser distribuida solo en Japón... Sí, como las ultimas de Almodóvar.

Esta película solo se puede calificar como un intento de proyecto fallido. Creada seguramente a partir de una lista de ideas escritas en un papel. Ideas, que en el mejor de los casos, mencionan algún que otro evento destacado o curiosidad de la época, pero que montadas parecen algo descoordinadas.
Se sacude entre una telenovela barata y una película histórica, pero sin llegar a lo uno ni a lo otro. Los diálogos son difusos y no llevan a ninguna parte. Y la puesta en escena es poco abierta, sin dimensión, y en muchos casos demasiado oscura.
Lo único positivo que se puede decir es que: a Viggo le sentaban bien los trajes.

Recordando esto que se dice del fin del mundo en el 2012 y mi eterna desconfianza a los que nos gobierna (sin o con razón) no pude evitar, cuando salí de ver esta película, que me embargara un profundo y triste desasosiego. Y es que me hizo pensar que si alguna vez la tierra estuviera en una inminente pena de muerte, lo más lógico es que las autoridades responsables de nuestra seguridad decidieran que lo mejor para todos sería en no decir nada. Claro, pensar esto asusta mucho, hasta que te levantas a la mañana siguiente y, como cualquier persona normal, borras toda esa incertidumbre con la misma alegría y fuerza de siempre.

Melancolía es una película dividida básicamente en dos partes, que retratan a dos hermanas con personalidades diferentes y en distintas situaciones. Después de entre diez o quince minutos de una serie de geniales fotografías artísticas en movimiento, que adelantan situaciones de la forma más utópica, empieza la primera parte del film. En este acto se narra el convite de la boda Justine, la hermana más joven. Durante la celebración, poco a poco, se irá descubriendo un aspecto un tanto oculto de la personalidad de Justine, que podrá ser debate de controversias pues al final sólo se puede intuir la razón de su extraño comportamiento. La segunda parte se centra en Clarise, casada y madre de un niño, que sufre con especial temor el acercamiento del planeta Melancolía sobre la tierra. Aquí, Clarise, tendrá que estar a cargo de su hermana, una aparentemente enferma Justine, y escuchará, algo escéptica, la visión optimista de su marido John acerca de la situación del nuevo planeta. Después, transcurridos una serie de desafortunados acontecimientos, nos acercaremos al impactante final, descubriendo y comparando paradójicamente el comportamiento de las dos hermanas, viéndose así la fortaleza de cada una de ellas en los distintos momentos del film.

Como he dicho antes esta película da miedo: tan abstracta como elegante, te hace pensar que cualquier pequeña variante en el universo, de la misma forma que nos dio la vida también nos la puede quitar, y eso, aunque sólo sea un rato después de salir del cine, deberíamos tenerlo presente.

Resumiendo rápidamente la sinopsis, “Primos” es una comedia romántica donde a un novio, el protagonista principal, le deja tirado su novia en el día de la boda. Ese mismo día el chaval decide, junto a sus dos peculiares primos, irse al pueblo donde veraneaban de jóvenes para reconquistar a una antigua novia -que también hay que tener fe-, encontrando al final más de una sorpresa.

Como comedia. Pues sin pretender ser demasiado prepotente, el humor de esta película me resultó algo infantil en la mayoría de las ocasiones; hay alguna que otra idea que está bien pero al final se difumina entre tanta tontería y carantoñas sin gracia. También, me pareció que los personajes intentan emular a ese carismático tandem de tres que se vio en la de “Resacón en las Vegas”, pero con más pena que gloria.

Como película romántica. Todos los enredos, dilemas y ambientación; muy parecidos a la película de “Mamma Mia” y esto me produce una cierta vergüenza ajena... y a su vez vergüenza propia, por reconocer así que he visto ambas películas. Aunque de todas formas, hay que admitir que es una película que engancha por su frescura -de la misma forma que lo hizo “Mamma Mia” cuando se estrenó- y no defraudara a los amantes de este género.

Otra cosa que comentar es la musiquita de silbidos veraniegos de la banda sonara, que me llega a ser un tanto irritable y parece que te invita a parecer un completo idiota.

Por cierto, y para terminar, he llegado a pensar que el éxito que ha tenido esta película en taquilla, es más gracias a la especie de interviú que le hacen a la del “águila roja” que al renombre del director. Conjeturas mías.