La premisa de Calvary podría llevarla por los derroteros de diferentes géneros, ya fuese la comedia, el drama o el thriller de misterio. Sin embargo decide hacer una especie de mezcla de todos los posibles tonos.

Por un lado esto podría ser contraproducente ya que el drama podría perder peso por el humor, o el humor ser demasiado oscuro y sobrio. Quizás esto pase en Calvary, y sin embargo consigue pasar la prueba gracias a las profundas reflexiones sobre la vida, la religión, la redención, la superación y aguante del dolor, el cinismo...sin por ello posicionarse en ningún tipo de postura maniquea.

Todas estas deliberaciones se sostienen gracias al gran trabajo del elenco de actores, destacando a un Brendan Gleeson soberbio y a un sorprendente Chris O'Dough, que con pocas pinceladas consigue un personaje muy complejo y ecléctico. Otro que está fantástico es Dylan Moran.

La escala de grises del subtexto de la trama quedan perfectamente reflejada con la bella fotografía de Larry Smith, en la que las grandes angulares y los tonos apagados se contrastan con el azul y verde de los paisajes irlandeses. Pura belleza.

Sin duda Calvary es una de esas películas que estética