No puedo dejar de preguntarme qué aporta de fresco esta película. Y la verdad es que John Cameron Mitchell se ha perdido en el éxito que supuso crear la estupenda y fresca (esta sí lo fue y sigue siendo) “Hedwig and the Angry Inch”. “Shortbus” no entretiene, ni mucho menos, como su antecesora. Compararla con “Ken Park” (Larry Clark, 2002) es fácil y casi obligatorio. Para mí, Ken park poseía mejor guión y el conjunto de la película estaba más logrado. En “Shortbus” cabe destacar una fantástica maqueta de la ciudad de Nueva York y un gran uso musical que Cameron Mitchell ya demostró con “Hedwig”. Demasiado sexo explicito e innecesario. Innecesario porque, a mi juicio no es útil para el transcurso de la historia e incluso creo que en determinados momentos, lo explicito entorpece el ritmo. No es cuestión de mentes cerradas o sociedades puritanas, más bien, es cuestión de preguntarse hasta que punto es importante para la historia que nos muestren una mamada. Insinuar, también es sano.
Bonita fotografía, y en algunos momentos el director consigue con la cámara la candidez que le falta al guión. La historia no me parece tampoco divertida para considerarla una comedia, y sus personajes me dejan algo fríos. Sólo, ese viejo hombre, antiguo alcalde de la ciudad, consiguió transmitirme algo de electricidad.