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España España · Barcelona
Voto de alex:
10
Ciencia ficción La película de ciencia-ficción por excelencia de la historia del cine narra los diversos periodos de la historia de la humanidad, no sólo del pasado, sino también del futuro. Hace millones de años, antes de la aparición del "homo sapiens", unos primates descubren un monolito que los conduce a un estadio de inteligencia superior. Millones de años después, otro monolito, enterrado en una luna, despierta el interés de los científicos. Por ... [+]
15 de octubre de 2007
212 de 249 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Lennon, que era amigo de Dan Richter, el mimo que interpreta al homínido encargado de lanzar el hueso que dio lugar a la más famosa elipsis de la historia del cine, dijo en cierta ocasión que “2001 una odisea del espacio” se debería proyectar en las iglesias 25 veces al día. Y estoy de acuerdo con él.

Porque "2001", bajo su envoltorio de película de ciencia ficción, es también una película religiosa en el sentido más esencial -ese que indaga en los misterios más trascendentes. Tal vez por esa razón ha dado lugar a más interpretaciones que ninguna otra. A este respecto convendría recordar las palabras del propio Kubrick, cuando afirmaba que había concebido la película como una experiencia sensorial más proclive a ser captada por esa intuición infantil con la que nos abrimos, maravillados, al misterio del universo, que por la lógica convencional con que cartografiamos la realidad con el fin de volverla manejable.

Delineándose bajo el resplandor de ese misterio, podemos deducir que el verdadero argumento de la película es, a grandes rasgos, la evolución de la vida (o de la conciencia) en el Cosmos. Una evolución jalonada por saltos paradigmáticos provocados por una misteriosa fuerza (el monolito), que tanto podría aludir al Vacío budista, a inteligencias extraterrestres, como a Dios. En este sentido, los dos últimos conceptos podrían solaparse, pues seguramente existan en el Universo formas de vida tan evolucionadas que podríamos atribuirles cualidades divinas.

Pero 2001 obvia tanto las mitologías religiosas tradicionales como los clichés sobre extraterrestres, para proponernos un viaje mítico, que, a semejanza de las antiguas epopeyas, conduce primero a la especie, y luego al héroe individualizado, hacia dimensiones desconocidas, que al final le llevan, presumiblemente, a reencarnarse de nuevo (ley de la conservación de la energía, universo cíclico). Y tal vez, del mismo modo que las máquinas acabarán teniendo un alma, acaso el hombre termine transformándose en Dios (por denominarlo de algún modo).
Eso nos lleva a otro de los temas a los que alude 2001: la dualidad entre inteligencia (o vida) “natural” y “artificial”. Una dualidad ficticia, pues a partir de cierto nivel de desarrollo la frontera entre “natural” y no natural, entre máquinas y seres biológicos, así como entre dioses y todo lo demás, tiende a desaparecer. Y así, la burocrática frialdad de los astronautas contrasta con la tortuosidad existencial de HAL, en el fondo más “humano” que estos.

Entrando en aspectos técnicos, destacaría el acierto de su ritmo pausado, hipnótico, casi litúrgico, así como la excelencia de la soberbia fotografía y decorados. Hay que destacar también la fabulosa banda sonora compuesta por piezas de música clásica y contemporánea (siendo desechada por Kubrick, para mí muy acertadamente, la música más convencional que compuso Alex North). En cuanto a los efectos especiales: aun sorprende su realismo pre-infográfico. Y es que 2001 luce un look increíblemente realista y adelantado para su época, a pesar de que se emplearon algunas técnicas artesanales rescatadas de la época de Meliés.

Estamos, en definitiva, ante una película inabarcable, una película experimental aunque hecha con todos los medios de una superproducción, en la que Kubrick supo extraer lo mejor de un equipo de colaboradores excepcional (entre ellos, además de figuras reconocidas como el escritor Arthur C. Clarke o Anthony Masters, diseñador de producción, cabe mencionar a gente casi anónima como Liz Moore, joven y prematuramente fallecida escultora del “bebé de las estrellas”, que ni siquiera aparece en los créditos), y con cuya colaboración Kubrick consiguió plasmar una de las obras de arte más geniales y revolucionarias que se recuerdan.

Como dijo alguien: 2001 Una Odisea del Espacio es mucho más que una película, es una experiencia espiritual.
alex
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