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Voto de Naroa Lopetegi:
9
7.0
10,013
Comedia. Drama. Romance
Ansa es soltera y vive en Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado, abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
28 de diciembre de 2023
60 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Ansa y Holappa compiten por ver quién de los dos lleva una existencia más gris y deprimente, en la periferia (geográfica y social) de Helsinki. Y ambos le ponen el listón muy alto al adversario…
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Aki Kaurismaki solo me había dado alegrías hasta ahora, así que no podía perderme su nueva propuesta. Incluso aunque no hubiera llegado con la aureola del Premio del Jurado de Cannes, y un montón de nominaciones a los galardones más prestigiosos.
DESDE MI PUNTO DE VISTA
No se me ocurre manera más gráfica de plasmar mi postración ante la película de Kaurismaki que la siguiente: estoy pasando unos días de relax en Barcelona, después de unas semanas de máxima exigencia laboral; entre otras cosas, voy a ir mucho al cine, aprovechando la magnífica oferta VO que brindan las salas grandes y pequeñas de aquí; de hecho, ‘Fallen leaves’ fue la tercera película que vi, y la primera de la que salí con tantas endorfinas en el cuerpo que no podía dejar de escribir sobre ella; si tenemos en cuenta que las dos cintas anteriores las firmaban Luchino Visconti y Yasujiro Ozu, creo que está todo dicho….
Kaurismaki, además, no hace sino confirmar que solo me causa placer. No le conocí hasta 2012, cuando topé con él casi de improviso, viendo ‘El Havre’. En 2017 me tocó la fibra con ‘El otro lado de la esperanza’, y por eso fue uno de los directores en cuya filmografía abundé durante mis tiempos de cinefilia casera por confinamiento, rescatando sus ‘Nubes pasajeras’. Tres precedentes, tres triunfos. Entraba al cine con las expectativas desatadas.
Y, para mi pasmo, ese cine al que entraba estaba lleno hasta la bandera, no quedaba un asiento libre. Vale que no era una sala enorme, sino recogida como lo es toda cooperativa cinéfila. Vale, también, que era el Día del Espectador. Pero que una película en versión original en finés llene un cine no entraba en mis esquemas. Y lo más sorprendente es que la experiencia no me resultó cargante… Nadie masticaba, ni encendía a hurtadillas la pantalla del móvil, ni cuchicheaba. En pleno diciembre, ni siquiera escuché una sola tos en toda la proyección. Cuando se dice que lo de ir al cine tiene el punto de compartir una experiencia, me suele sonar a tópico. Pero esta vez ha sido real. Y me ha resultado estimulante.
Mi confianza en Kaurismaki era tal que ni había leído la sinopsis, así que entraba virgen, sin saber qué me esperaba. Pronto descubrí que me había citado con Ansa y Holappa, dos almas dolientes que navegan por una sociedad deshumanizada y fría. Ella es reponedora en un supermercado, y él operario metalúrgico de baja estofa. Ella vive en un cuchitril… que para sí quisiera él, que duerme en una litera de mala muerte junto a sus compañeros de trabajo. Ninguno de los dos siente motivación por su trabajo, y sus expresiones abúlicas fuera de horario laboral evidencian que tampoco el tiempo libre colma sus espíritus. Cuando se encuentran por primera vez, apenas reparan el uno en el otro, porque son meras carabinas del fallido flirteo entre la amiga de ella y el colega de él. Tendrán una segunda oportunidad, y arrancará entonces una gynkana llena de obstáculos que habrán de superar para que su relación tire hacia adelante.
Por si no fuera suficiente el arranque de esta valoración, en el que me permito el sacrilegio de minusvalorar a Visconti y Ozu (aclararé que me gustaron tanto ‘Rocco y sus hermanos’ como ‘Historia de un vecindario’, pero no me encendieron la chispa para ponerme a filosofar sobre ellas), puedo exponer otra evidencia que da fe de lo mucho que valoro ‘Fallen leaves’: y es que solo de una obra mayúscula se puede salir con el buen cuerpo que yo saqué, pese a haber tenido el alma encogida durante la mayor parte del metraje, en empática solidaridad con los protagonistas. Creo que el autor, aunque riega su film de esporádicas perlas humorísticas, tiene toda la intención de sumirnos en el desamparo, de contagiarnos la tristeza vital que acompaña a Holappa y Ansa. Y conmigo, desde luego, lo consiguió. Pero, incluso durante esos pasajes de vacío existencial, mi sensibilidad cinéfila daba palmas, disfrutaba y se vanagloriaba ante una película notable. El caso es que, en el tramo final, mitad porque algunos aspectos argumentales mejoran, mitad porque al alma humana no le gusta sufrir y aprovecha cualquier resquicio para escapar, terminé superando mi bajón, y cuando abandonaba la sala (al igual que todos mis congéneres tras degustar incluso los títulos de crédito) lo hice sin restos de pesar, incluso con más ligereza de la que tenía al entrar. Solo un talento especial como el de Kaurismaki puede obrar semejante conjuro.
Ansa y Holappa compiten por ver quién de los dos lleva una existencia más gris y deprimente, en la periferia (geográfica y social) de Helsinki. Y ambos le ponen el listón muy alto al adversario…
¿POR QUÉ LA ELEGÍ?
Aki Kaurismaki solo me había dado alegrías hasta ahora, así que no podía perderme su nueva propuesta. Incluso aunque no hubiera llegado con la aureola del Premio del Jurado de Cannes, y un montón de nominaciones a los galardones más prestigiosos.
DESDE MI PUNTO DE VISTA
No se me ocurre manera más gráfica de plasmar mi postración ante la película de Kaurismaki que la siguiente: estoy pasando unos días de relax en Barcelona, después de unas semanas de máxima exigencia laboral; entre otras cosas, voy a ir mucho al cine, aprovechando la magnífica oferta VO que brindan las salas grandes y pequeñas de aquí; de hecho, ‘Fallen leaves’ fue la tercera película que vi, y la primera de la que salí con tantas endorfinas en el cuerpo que no podía dejar de escribir sobre ella; si tenemos en cuenta que las dos cintas anteriores las firmaban Luchino Visconti y Yasujiro Ozu, creo que está todo dicho….
Kaurismaki, además, no hace sino confirmar que solo me causa placer. No le conocí hasta 2012, cuando topé con él casi de improviso, viendo ‘El Havre’. En 2017 me tocó la fibra con ‘El otro lado de la esperanza’, y por eso fue uno de los directores en cuya filmografía abundé durante mis tiempos de cinefilia casera por confinamiento, rescatando sus ‘Nubes pasajeras’. Tres precedentes, tres triunfos. Entraba al cine con las expectativas desatadas.
Y, para mi pasmo, ese cine al que entraba estaba lleno hasta la bandera, no quedaba un asiento libre. Vale que no era una sala enorme, sino recogida como lo es toda cooperativa cinéfila. Vale, también, que era el Día del Espectador. Pero que una película en versión original en finés llene un cine no entraba en mis esquemas. Y lo más sorprendente es que la experiencia no me resultó cargante… Nadie masticaba, ni encendía a hurtadillas la pantalla del móvil, ni cuchicheaba. En pleno diciembre, ni siquiera escuché una sola tos en toda la proyección. Cuando se dice que lo de ir al cine tiene el punto de compartir una experiencia, me suele sonar a tópico. Pero esta vez ha sido real. Y me ha resultado estimulante.
Mi confianza en Kaurismaki era tal que ni había leído la sinopsis, así que entraba virgen, sin saber qué me esperaba. Pronto descubrí que me había citado con Ansa y Holappa, dos almas dolientes que navegan por una sociedad deshumanizada y fría. Ella es reponedora en un supermercado, y él operario metalúrgico de baja estofa. Ella vive en un cuchitril… que para sí quisiera él, que duerme en una litera de mala muerte junto a sus compañeros de trabajo. Ninguno de los dos siente motivación por su trabajo, y sus expresiones abúlicas fuera de horario laboral evidencian que tampoco el tiempo libre colma sus espíritus. Cuando se encuentran por primera vez, apenas reparan el uno en el otro, porque son meras carabinas del fallido flirteo entre la amiga de ella y el colega de él. Tendrán una segunda oportunidad, y arrancará entonces una gynkana llena de obstáculos que habrán de superar para que su relación tire hacia adelante.
Por si no fuera suficiente el arranque de esta valoración, en el que me permito el sacrilegio de minusvalorar a Visconti y Ozu (aclararé que me gustaron tanto ‘Rocco y sus hermanos’ como ‘Historia de un vecindario’, pero no me encendieron la chispa para ponerme a filosofar sobre ellas), puedo exponer otra evidencia que da fe de lo mucho que valoro ‘Fallen leaves’: y es que solo de una obra mayúscula se puede salir con el buen cuerpo que yo saqué, pese a haber tenido el alma encogida durante la mayor parte del metraje, en empática solidaridad con los protagonistas. Creo que el autor, aunque riega su film de esporádicas perlas humorísticas, tiene toda la intención de sumirnos en el desamparo, de contagiarnos la tristeza vital que acompaña a Holappa y Ansa. Y conmigo, desde luego, lo consiguió. Pero, incluso durante esos pasajes de vacío existencial, mi sensibilidad cinéfila daba palmas, disfrutaba y se vanagloriaba ante una película notable. El caso es que, en el tramo final, mitad porque algunos aspectos argumentales mejoran, mitad porque al alma humana no le gusta sufrir y aprovecha cualquier resquicio para escapar, terminé superando mi bajón, y cuando abandonaba la sala (al igual que todos mis congéneres tras degustar incluso los títulos de crédito) lo hice sin restos de pesar, incluso con más ligereza de la que tenía al entrar. Solo un talento especial como el de Kaurismaki puede obrar semejante conjuro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En su línea habitual, muy de mi gusto, el director finlandés destila crítica social honda, con importantes cargas de profundidad. Su estilo es más liviano que el de Ken Loach, menos grueso que el de Robert Guediguian, con una ironía que no muestran los Dardenne… Si tuviera que encontrar un paralelismo, sería con las propuestas más sociales de Fernando León de Aranoa, por la presencia de un fino sentido del humor… El caso es que, como siempre, Kaurismaki pisa ciertos callos, en esta ocasión centrándose en el ámbito laboral. El contrato de cero horas de Ansa, la servil y patética actitud del segurata del supermercado, el ahorro de costes en reparación de maquinaria del encargado de la empresa de Holappa, el “te pago en efectivo, lo tomas o lo dejas” del hostelero dealer… Poco hay de peliculero, y mucho de fiel cronista de su época, en todas esas denuncias del director.
Pero Kaurismaki va más allá; incluso aunque te firmen el contrato con las horas correctas, hagan la vista gorda si te llevas algo de material de la empresa a casa, te tengan el material en estado de revista, o te paguen religiosamente las cotizaciones, ¿es humano tener que destinar un tercio de tu día a día a una labor que no te proporciona ni la más mínima satisfacción? Es evidente que cualquier cosa que hagas durante ocho horas al día va a convertirse en algo rutinario, aburrido, reiterativo. Y que la pasión se irá apagando con los años, también la laboral, te dediques a lo que te dediques. Pero determinadas tareas, como las que asumen, qué remedio, nuestros protagonistas, no pueden estimular ninguna glándula, y dedicarse a ellas día tras día, semana tras semana, mes tras mes, no puede ser mentalmente sano. Creo que la crítica de Kaurismaki no es a lo coyuntural, sino a lo estructural del capitalismo. Y la compro.
No puedo terminar de dar vueltas alrededor de ‘Fallen leaves’ sin poner en valor otro de sus méritos: fue capaz de provocarme varias risas, e incluso una sonora carcajada. No soy de reirme a mandíbula batiente por un chiste, un gag, o similar. Incluso aunque me hagan gracia. Sonrío, a veces río. Pero raramente me descojono. Y cuando Ansa se sienta al lado de la cama de Holappa, y comienza a leerle la noticia del descuartizador, reconozco que me despotorré, y seguía riéndome varios segundos después, con cierto pudor al encontrarme en una sala tan concurrida.
Y, por favor, solicito desde aquí que Huotari, el amigo de Holappa, protagonice un spin off de esta película. Me ha resultado hilarante una y otra vez, cuando aparecía en pantalla se dibujaba una sonrisa en mi boca. “Queda poca gente sincera” como respuesta a un halago me parece verdaderamente brillante.
Cierro ya esta crítica, porque si no va a ser necesario emplear más tiempo en leerla que en ver la película. Además, creo que hasta ahora no me he deslizado por la pendiente de la pedantería, y no quisiera cagarla a última hora, y terminar pareciéndome al tiparraco al que ‘Los muertos no mueren’ le recordaba al ‘Diario de un cura rural’ de Bresson.
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2023/12/28/critica-de-cine-fallen-leaves/
Pero Kaurismaki va más allá; incluso aunque te firmen el contrato con las horas correctas, hagan la vista gorda si te llevas algo de material de la empresa a casa, te tengan el material en estado de revista, o te paguen religiosamente las cotizaciones, ¿es humano tener que destinar un tercio de tu día a día a una labor que no te proporciona ni la más mínima satisfacción? Es evidente que cualquier cosa que hagas durante ocho horas al día va a convertirse en algo rutinario, aburrido, reiterativo. Y que la pasión se irá apagando con los años, también la laboral, te dediques a lo que te dediques. Pero determinadas tareas, como las que asumen, qué remedio, nuestros protagonistas, no pueden estimular ninguna glándula, y dedicarse a ellas día tras día, semana tras semana, mes tras mes, no puede ser mentalmente sano. Creo que la crítica de Kaurismaki no es a lo coyuntural, sino a lo estructural del capitalismo. Y la compro.
No puedo terminar de dar vueltas alrededor de ‘Fallen leaves’ sin poner en valor otro de sus méritos: fue capaz de provocarme varias risas, e incluso una sonora carcajada. No soy de reirme a mandíbula batiente por un chiste, un gag, o similar. Incluso aunque me hagan gracia. Sonrío, a veces río. Pero raramente me descojono. Y cuando Ansa se sienta al lado de la cama de Holappa, y comienza a leerle la noticia del descuartizador, reconozco que me despotorré, y seguía riéndome varios segundos después, con cierto pudor al encontrarme en una sala tan concurrida.
Y, por favor, solicito desde aquí que Huotari, el amigo de Holappa, protagonice un spin off de esta película. Me ha resultado hilarante una y otra vez, cuando aparecía en pantalla se dibujaba una sonrisa en mi boca. “Queda poca gente sincera” como respuesta a un halago me parece verdaderamente brillante.
Cierro ya esta crítica, porque si no va a ser necesario emplear más tiempo en leerla que en ver la película. Además, creo que hasta ahora no me he deslizado por la pendiente de la pedantería, y no quisiera cagarla a última hora, y terminar pareciéndome al tiparraco al que ‘Los muertos no mueren’ le recordaba al ‘Diario de un cura rural’ de Bresson.
https://alliayeraquiahora.wordpress.com/2023/12/28/critica-de-cine-fallen-leaves/