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Voto de Naroa Lopetegi:
9
Drama Años 90. Mauricio Aznar, un famoso rockero español recorre Latinoamérica buscando reencontrarse con su vocación dejando atrás el fantasma de la adicción. Allí conoce a Don Carlos, un anciano músico en horas bajas que, a pesar de ser autor de algunas de las canciones más famosas del folclore de su país, apenas consigue pagar sus facturas. Carlos acoge con generosidad al extraño visitante haciendo las veces de maestro Miyagi musical. De ... [+]
25 de febrero de 2024
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
ARGUMENTO
Años 90; Mauricio Aznar, un exitoso rockero zaragozano, no está bien con su vida, su pareja, sus drogas, su música, su público… En busca de un quiebre, se marcha a la Argentina para imbuirse de nuevos sonidos y otros aires. Y así conoce a Carlos Carabajal, el padre de la chacarera, que le adopta como alumno en su casa y entre su familia.

DESDE MI PUNTO DE VISTA
Mi visionado estuvo marcado por diferentes aspectos, que sin ningún género de dudas, restan objetividad a mi juicio.

Para empezar, acudía virgen de cualquier noción sobre la historia real en que se basa la narración. No solo eso: ni siquiera era consciente de que estaba viendo una trama basada en hechos reales, desconocía que el tal Mauricio vivió y coleó, y que este viaje en el que le acompañamos se produjo realmente. Durante la proyección, claro está, fui entendiendo que tenía ante mí un biopic, pero como no hay rótulos finales explicativos, tuve que consultar el asunto después para cerciorarme de que, efectivamente, acababa de asistir a un homenaje a un músico real.

Este desconocimiento no es la razón por la que me auto-descarto como fuente fiable para recomendar ‘La estrella azul’, o disuadir de su visionado. No creo que ahí radique una diferencia significativa. Lo que me invalida es, en primer lugar, el buenísimo día que tuve antes de ir al cine, que provocó que entrara en la sala un alma feliz, con las compuertas abiertas para inhalar una buena historia. Ojo: ha habido ocasiones en que una mala película ha sido capaz de agriarme un buen día… Pero han sido contadas; lo normal es que si entro happy, la película parta con ventaja. Además, Mauricio Aznar huye de sus pesares saltando el charco para aterrizar en la Argentina, y por ahí se vuelve a abollar mi objetividad, ya que estuve en Buenos Aires el verano pasado, y disfruté tanto que banco todo lo que proceda de allí. En realidad, la frase que suelta uno de los Carabajal («hay pocos gallegos aquí, solo los vemos en el cielo, yendo de Buenos Aires a Iguazú») me aguijonó, porque efectivamente yo no aproveché mi primera presencia en Latinoamérica para conocer algo del interior argentino. Pero un pedacito de mi corazón se quedó allí, y ése es un segundo motivo que contamina mi entrega absoluta a ‘La estrella azul’. Por último, hay otro factor que activa las alarmas sobre mi idoneidad prescriptora en este caso, y es lo profundo que me llegan las películas en las que la música juega un papel destacado. Tengo miles de razones por las que no me parecen siquiera comparables las experiencias de ver cine en pantalla grande o hacerlo en la tele de casa, pero una de las principales es ésa, la potencia sensorial que tiene la música cuando consumes una película en sala. Y claro, en el viaje que emprende un rockabilly para convertirse en cantor, en ese tránsito desde el guitarrista hasta el guitarrero, lo musical es protagónico, llevándome varias veces hasta el orgasmo sensorial. Quien no sienta esa pulsión hacia el maridaje cine-música no podrá encontrar esa recompensa en ‘La estrella azul’…

Hecha la advertencia, para eludir posibles responsabilidades, sigo adelante, y ya sin careta admito que Javier Macipe entra por la puerta grande en mí, y me gana para futuras propuestas. No le compro libra por libra todo lo que me vende (no soy fan de lo onírico o lo irreal, y algunas dosis de ello me intenta colar), pero sí me postro ante su pulso narrativo, ante la delicadeza con que lo cuenta todo, ante la atmósfera que genera, ante su pericia en hacia dónde apuntar su cámara, ante su exitosísimo casting… Me gusta mucho el aroma de su guiso, incluso pese a esos ingredientes que habría preferido apartar (lo meta-cinematográfico tampoco me seduce especialmente). Le considero, como diría el maestro Carabajal, un cineasta muy «llegador».

Simpatizo con el personaje protagonista desde el primer fotograma hasta el último, me cae bien, le entiendo… y termino sintiendo por él un cariño profundo. Desde la primera vez que escucho su voz (entiendo que esa grabación sobre la primera guitarra es del Mauricio real), estoy a gusto, y definitivamente me subo a su carro cuando le echa en cara a un asistente a su concierto en Zaragoza que le saque tantas fotos («A ver si se te acaba el carrete, que me siento un paisaje… ¿Acaso sacas fotos en el teatro?»). Me cuesta trabajo entender por qué la gente prefiere registrar en su móvil todo lo que vive, en vez de vivirlo, así que simpatizo mucho con este quijote a quien la actual era de los smartphones le habría resultado insufrible…

De las primeras andanzas del protagonista en Argentina me resultó muy familiar el trato con la gente de allí, ver cómo detectan en seguida su procedencia («¿cómo has sabido que era gallego, por mi cara o por mi forma de decir sí», le pregunta a una estanquera, y recuerdo que a mí también me sorprendía lo rápidamente que me calaban), y sobre todo esa sensación de que no te preguntan por compromiso, que de verdad les interesa de dónde vienes y qué haces aquí. En la provincia aún puede ser más comprensible, dada la escasez de turistas, pero durante mi semana porteña varias veces sentí, aún sabiendo que era imposible, que las preguntas sobre mi procedencia y el motivo de mi viaje no eran mero protocolo, sino interés sincero… Merced a esa hospitalidad argentina, tenemos a Mauricio en Santiago del Estero, presentándose en la villa de los Carabajal, para aprender del padre de la chacarera. Y comienza entonces un tramo de la película que disfruté de manera casi obscena, en el que no permanecía en la butaca, sino flotando por la sala. «Un santiagueño tiene nostalgia de su tierra incluso antes de marcharse», le dice Carlos a Mauricio. Y me di cuenta de que yo ya estaba empezando a añorar ‘La estrella azul’ antes incluso de terminar de verla. Me resulta difícil imaginar mejor alabanza para una película… incluso aunque la pronuncie alguien que se ha auto-invalidado como cronista fiable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naroa Lopetegi
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