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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Drama América, años 40. Don Vito Corleone (Marlon Brando) es el respetado y temido jefe de una de las cinco familias de la mafia de Nueva York. Tiene cuatro hijos: Connie (Talia Shire), el impulsivo Sonny (James Caan), el pusilánime Fredo (John Cazale) y Michael (Al Pacino), que no quiere saber nada de los negocios de su padre. Cuando Corleone, en contra de los consejos de 'Il consigliere' Tom Hagen (Robert Duvall), se niega a participar en ... [+]
25 de noviembre de 2009
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se puede decir algo de El Padrino que no se haya dicho ya? ¿Se pueden escribir unas líneas sobre El Padrino en las que no aparezcan palabras como clásico, obra maestra, o perfecta? ¿Podrá algún día una película reunir tantas cualidades imperecederas en una misma obra? ¿Hay algún documento histórico, familiar, costumbrista, del cine negro, de la tragedia, del cine en general... que sea tan exacto como esta obra? No, no, no, y no.

Pero escribir, revisar, El Padrino, es una tarea que va más allá de ser un amante del cine. Como tal, creo que yo, como todos aquellos a los que el Séptimo Arte completa la vida, nos vemos obligados irremisiblemente a aprender de cada visionado de El Padrino, y a hacer que éste no se pierda, que llegue a todos aquellos que no habíamos nacido allá por 1972, que llegue a los que aún no han entrado en la familia Corleone, que llegue a todos los que están por venir.

Porque lo que hizo Coppola con esta primera parte de la trilogía, está más allá de la cúpula del arte. Conjugó los elementos propios de la tragedia clásica con el dinamismo del “nuevo cine” surgido en América en la década de los 70, obteniendo como resultado una ópera visual perfecta en cuanto a la forma, y llena de humanidad en todo su fondo.

Y teniendo en cuenta que los nombres de Coppola, Brando, Pacino, Cann, Cazale, Duvall, Keaton, están implicados en una misma película, uno cree estar ante un sueño. Fueron esos nombres los que explotaron un sistema estancado entre el amor por el cine de años atrás y la necesidad de un cambio a la hora de contar historias y cómo contarlas. Por eso me provoca una mezcla entre carcajadas e indignación cuando alguien se ríe hoy de los actores “de método”, pues son ellos los que dieron a luz algunos de las mayores y más grandes personajes de la historia, influyentes en la cultura popular y en la sociedad más allá de lo que ellos mismos hubiesen imaginado; y presentes en piezas de arte que se enseñarán en colegios y estudios por la veracidad con la que trataban los asuntos del alma humana.

Porque de eso habla esencialmente El Padrino: no es sólo una crónica sobre el hampa, es un determinado e incisivo estudio sobre como se sobreponen los humanos, y sobre todo, las familias, ante la fatalidad, sobre el estricto protocolo entre padres e hijos, inundado no obstante por el amor más extremo, sobre la confianza y la confidencia en las parejas, más cuando se avecinan tiempos aciagos. Sobre los lazos que nos unen con nuestros semejantes más allá de la adversidad.

El Padrino habla de todos nosotros, y por ello, esta obra prevalecerá tanto como lo hagamos nosotros.
jaly
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