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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Drama Drama familiar. Cuando Zach entra en la adolescencia y descubre que es diferente a los demás, reprimirá sus tendencias más profundas para no perder el amor de su padre. Entre 1960 y 1980, vive rodeado de sus hermanos, de Pink Floyd y los Rolling Stones, los porros fumados a escondidas, las grandes y pequeñas discusiones. Pero, sobre todo, lo que Zac busca es poder mantener la relación con su padre. (FILMAFFINITY)
20 de junio de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zac es alguien distinto. Como niño, detesta la Navidad, pese a nacer en Nochebuena. Y Zac posee un don, el de curar quemaduras y hemorragias, así como para acallar los llantos. Pero Zac no sólo es distinto por esto. Él no encaja en su propia familia, pese al amor incondicional de su madre, y del fervor varonil de su padre. No se entiende con sus hermanos, y es solitario en la escuela. Zac tiene miedo, de no poder aceptarse como es, con dones y secretos; y de que los demás, en especial un padre al que añora, no le acepten. Un miedo que puede durar 20 años.

A grandes rasgos, las bases de C.R.A.Z.Y. son estas, pero el film llega mucho más hondo al hacer una lectura total de la familia y sus pasiones, de la fe, personal y religiosa, del perdón y del camino vital que llevamos hasta ser adultos. En ese sentido, el personaje de Zac se convierte casi en un símbolo: el inadaptado de las minorías con el bien de la cura a los demás, pero que debe luchar contra todos y contra si mismo para llegar a conseguir el amor que necesita.

C.R.A.Z.Y. Es una de las mayores sorpresas que me ha dado el cine en los últimos años. Cuando la vi por primera vez, en 2005, me impresionó la hipersensibilidad de su guión, como consigue plasmar de manera tan certera y tan humana los conflictos entre padres e hijos, el miedo de los primeros a no estar orgullosos de sus hijos; y el miedo de los segundos a nos ser aceptados por sus padres. Me conmueve cada escena en la que hace aparición la madre de la familia, porque en un sólo fotograma vemos la historia de amor más grande que pueda hacerse: la de una madre y su hijo. Me conmueven las escenas de Zac con su padre, porque están cargadas de verdad, de una verdad dolorosa, de cosas que nunca se dicen, de cosas que siempre amenazan. Me conmueve enteramente el personaje de Zac, por su humanidad profunda, pese a su carácter extraordinario, por su viaje de niño solitario, a adolescente secreto, a vagabundo emocional.

Jean-Marc Vallée hizo su debut cinematográfico con este filme que desde el punto de vista estético es inmejorable y original, que posee una banda sonora que es una colección de obras maestras, que hace juegos con la cámara originales y bellos, y que posee un guión perfecto, de principio a fin, que crea personajes conmovedores y que cuenta esa historia de crecimiento de una manera conmovedora hasta la médula, pero nunca sensiblera. Y por si fuera poco, los actores están perfectos, desde el protagonista (tanto en su niñez como ya adulto), como los secundarios (en especial el padre y la madre), crean a esa familia, ese núcleo rebosante de magma, al que volver cuando pasen los años, cuando los flecos de los prejuicios y los odios pasados hayan desaparecido, porque hay un vínculo que no puede borrarse, que siempre queda, que supera las cicatrices y los rencores: el amor entre un padre, una madre, y un hijo.
jaly
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