Probablemente sea una obra menor, pero es una joyita del cine. Algunas de las constantes del buen cine se dan cita en esta película: El tren humeante que marca las distancias, las estaciones (paradigma de encuentros y desencuentros), las historias de amor, el romanticismo en la fotografía y en la música, los grandes actores (se incluyen actrices en el término), el cine dentro del cine, la narración en primera persona, el maravilloso blanco y negro (Hola Jose Luis, ¡Que grande es el cine!).
El amor furtivo frente al destino convencional. Es el dilema que plantea la película.
Los encuentros de los jueves, "pasar" la semana para "vivir" el jueves. La ilusión frente a la obligación, lo inesperado frente a lo previsible, el jueves frente a la cotidianidad, la pasión frente al cariño, el champán frente al crucigrama....¿Se trata de amor? ¿existe ese tipo de amor? ¿o es simplemente una ilusión? Nadie lo sabrá, ni los propios personajes, ni nosotros.
David Lean dirige y escribe el guión. Es un cine directo y simple pero apunta tímidamente a sus grandes (y bellísimas) superproducciones posteriores. "El puente sobre el río Kwai" "Lawrence de Arabia"o "La hija de Ryan" son auténticas muestras de cine espectáculo. En este tipo de cine, Lean ha sido uno de los más grandes.
Finalmente son especialmente destacables algunos hallazgos brillantes en el film:
- La revisión de una misma escena (la que tiene lugar en el bar de la estación) desde distintos ángulos, desde distintos puntos de vista, por diferentes personas, en diferentes tiempos y "tempos" cinematográficos.
- La irrupción de la banalidad en lo solemne (en lo eterno). También en la misma escena del bar
- Hay trenes que pasan muy rápido y otros paran (un ratito).
Merecen mención las interpretaciones de Celia Johnson y Trevor Howard, así como la música hiper-romántica de Rachmaninoff (Concerto para piano nº 2)