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Voto de Wask:
9
6.6
15,974
Western. Terror
A la localidad de Bright Hope llega un forastero que rápidamente despierta las sospechas del sheriff, que termina por arrestarlo tras dispararle en la pierna. Samantha O'Dwyer se encarga de extraerle la bala en el calabozo. Pero esa noche un joven en un establo es asesinado y el ayudante del sheriff, la Sra. O'Dwyer y el detenido han desaparecido. Siguiendo la única pista que tiene, una flecha india, el sheriff buscará a la joven con la ... [+]
14 de octubre de 2015
186 de 219 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esencia, una de las misiones del cine es transportarnos a otro lugar y a otro tiempo, hacernos transitar por senderos que nunca hemos recorrido, y hacernos olvidar por unos minutos que, en realidad, nunca nos hemos levantado de la butaca. Al finalizar Bone Tomahawk, este sorprendente western crepuscular, constato para mi regocijo que no he perdido la sonrisa ni uno de los muchos minutos que dura la película, que he viajado junto a estos personajes, dejando atrás mis problemas y haciéndome partícipe de los suyos.
El director y escritor S. Craig Zahler nos trae aquí su ópera prima en forma de cine de género en clave de western. Pero definir Bone Tomahawk es más complejo que eso. El bajo presupuesto no ha impedido a Zahler rodar una cinta libérrima y fresca. Libre en la forma y en el contenido, libre en las temáticas y en el tono. Las piezas del puzle encajan prácticamente en todo momento.
Una de ellas es el ritmo interno al que somete al espectador. El tiempo pasa lentamente, se dilata, el espectador entra en resonancia con esa cadencia temporal y perdemos la noción del tiempo. El resultado es una hipnosis que impide despegar los ojos de la pantalla aunque en apariencia no esté sucediendo nada.
El punto de partida argumental no es demasiado nuevo (un secuestro y el posterior intento de rescate), pero la forma de desarrollarlo sí es original, mezclando de maneras a priori inverosímiles los géneros del western con el del terror. Estructuralmente es bastante arriesgada, pues, como si de una road movie en toda regla se tratara, tres cuartas partes de la película están dedicadas a mostrar a los cuatro protagonistas andando. Lo que importa pues es el viaje en sí. El preámbulo al mismo es más formulario, no por ello menos interesante. Al contrario, resulta totalmente elegante y define perfectamente a los personajes. El tramo final, cuando la temática da un giro más inesperado, aporta gran personalidad al conjunto.
La elección del casting resulta acertadísima. Russell se enfunda el papel de sheriff y le viene como anillo al dedo. El actor está totalmente a gusto y nos lo creemos en todo momento. A él y al resto del elenco. Y no es solo cuestión de verosimilitud, sino también de simpatía con el espectador.
Y aquí entra en juego la siguiente pieza de este bien engrasado engranaje. La escritura es magnífica. Las influencias pueden ser muchas: nos presenta unos personajes muy fordianos (como el de Matthew Fox), otros que podrían perfectamente estar sacados de Río bravo (el sheriff y su ayudante, remedos acertados de Wayne y Brennan en el clásico de Hawks), situaciones y diálogos que nos remiten a Tarantino (es inevitable en algunos momentos la comparación con su Django), y una tribu de indios que tiene más que ver con la de Holocausto Caníbal que con los comanches de siempre.
La música es casi anecdótica, y solo presenta unas pequeñas pinceladas en algunas transiciones entre escenas.
El director y escritor S. Craig Zahler nos trae aquí su ópera prima en forma de cine de género en clave de western. Pero definir Bone Tomahawk es más complejo que eso. El bajo presupuesto no ha impedido a Zahler rodar una cinta libérrima y fresca. Libre en la forma y en el contenido, libre en las temáticas y en el tono. Las piezas del puzle encajan prácticamente en todo momento.
Una de ellas es el ritmo interno al que somete al espectador. El tiempo pasa lentamente, se dilata, el espectador entra en resonancia con esa cadencia temporal y perdemos la noción del tiempo. El resultado es una hipnosis que impide despegar los ojos de la pantalla aunque en apariencia no esté sucediendo nada.
El punto de partida argumental no es demasiado nuevo (un secuestro y el posterior intento de rescate), pero la forma de desarrollarlo sí es original, mezclando de maneras a priori inverosímiles los géneros del western con el del terror. Estructuralmente es bastante arriesgada, pues, como si de una road movie en toda regla se tratara, tres cuartas partes de la película están dedicadas a mostrar a los cuatro protagonistas andando. Lo que importa pues es el viaje en sí. El preámbulo al mismo es más formulario, no por ello menos interesante. Al contrario, resulta totalmente elegante y define perfectamente a los personajes. El tramo final, cuando la temática da un giro más inesperado, aporta gran personalidad al conjunto.
La elección del casting resulta acertadísima. Russell se enfunda el papel de sheriff y le viene como anillo al dedo. El actor está totalmente a gusto y nos lo creemos en todo momento. A él y al resto del elenco. Y no es solo cuestión de verosimilitud, sino también de simpatía con el espectador.
Y aquí entra en juego la siguiente pieza de este bien engrasado engranaje. La escritura es magnífica. Las influencias pueden ser muchas: nos presenta unos personajes muy fordianos (como el de Matthew Fox), otros que podrían perfectamente estar sacados de Río bravo (el sheriff y su ayudante, remedos acertados de Wayne y Brennan en el clásico de Hawks), situaciones y diálogos que nos remiten a Tarantino (es inevitable en algunos momentos la comparación con su Django), y una tribu de indios que tiene más que ver con la de Holocausto Caníbal que con los comanches de siempre.
La música es casi anecdótica, y solo presenta unas pequeñas pinceladas en algunas transiciones entre escenas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Uno de los aspectos más característicos de la cinta es la curiosa adición de notas terroríficas al género. Este lado terrorífico lo marca la tribu caníbal de moradores de cuevas que motivará el rescate que vertebra el filme. Si bien solo los veremos en la introducción y en el desenlace de la película, en una decisión estructural valiente y diferente. Cuando llega la casquería, sin embargo, no lo sentimos como algo extraño al relato sino como una consecuencia a la que tanto nosotros como los personajes sabíamos que estaríamos abocados a sufrir. Esa aceptación previa de un destino que a todas luces se antoja incierto por parte de los cuatro protagonistas nos ayuda al comienzo a sentir más identificación y compasión por estos cuatro diablos.
La ambientación, importantísima, y muy bien lograda aún con el bajo presupuesto, es totalmente creíble, desde el vestuario a la atmósfera en determinados momentos especialmente potentes, como la escena en que les roban los caballos, o la de los mexicanos. Los caníbales acongojan.
El final abierto, soberbio, elegante. Ya de por sí es rara la decisión de que se mantengan vivos los personajes que lo hacen y mueran los que mueren, pero con la forma de dejarlo abierto con elegancia, con los disparos lejanos que nunca nos permitirán saber si acertó los tres, el personaje de Russell se eleva y la película cierra con una naturalidad pasmosa.
Simpática hasta la saciedad, corta pese a su largo metraje, y con una personalidad arrolladora.
La ambientación, importantísima, y muy bien lograda aún con el bajo presupuesto, es totalmente creíble, desde el vestuario a la atmósfera en determinados momentos especialmente potentes, como la escena en que les roban los caballos, o la de los mexicanos. Los caníbales acongojan.
El final abierto, soberbio, elegante. Ya de por sí es rara la decisión de que se mantengan vivos los personajes que lo hacen y mueran los que mueren, pero con la forma de dejarlo abierto con elegancia, con los disparos lejanos que nunca nos permitirán saber si acertó los tres, el personaje de Russell se eleva y la película cierra con una naturalidad pasmosa.
Simpática hasta la saciedad, corta pese a su largo metraje, y con una personalidad arrolladora.