Si se tratara solamente de un thriller dramático rural argentino, seguramente merecería una puntuación mucho mejor porque es efectivo y bien logrado, pero por transitar tangencialmente las atrocidades de la dictadura militar de los años ’70, como lo fueron los vuelos de la muerte, tiene poco rigor y sus buenas intenciones se esfuman en una trama romanticona y cursi. Buena interpretación del irreconocible Oscar Martínez.
El director y coguionista Sebastián Borensztein mal usa la última tragedia político y social argentina para armar una especie de western moderno, no la tergiversa pero la desaprovecha a la hora de ponerla en el centro de la escena, es por eso que termina inclinándose hacia un drama romántico que se resuelve como en el Lejano Oeste.
La historia se mete la vida de Tomás Kóblic (Ricardo Darín), un ex capitán de la Armada Argentina que intervino durante la dictadura militar iniciada en 1976 en los llamados vuelos de la muerte, cuando tiraban secuestrados/desaparecidos vivos al Río de la Plata.
Escapando del tormento y las presiones de ese pasado, Kóblic se refugia en el campo en el hangar de un viejo camarada de armas, al que ayuda a realizar fumigaciones en las plantaciones de la zona.
A poco de recorrer el pueblito y buscando repuestos para el avión, se topa con Nancy (Inma Cuesta), una oprimida y maltratada mujer que convive con el dueño de la estación de servicio. Inmediatamente surge entre ellos una atracción irrefrenable.
Sospechando de su presencia por los negociados que maneja y reclamado por estacionero que duda de la infidelidad de su esposa, el comisario Velarde (Oscar Martínez) se encarga de seguirlo y resolver algunos misterios que comienzan a aflorar en superficie.
Con el premio a Mejor actor de reparto para Martínez y el de Mejor fotografía en el Festival de Málaga, la propuesta de Sebastián Borensztein funciona como un sencillo entretenimiento con debilidades, principalmente en su ritmo y resoluciones finales bastante simplistas; pero se queda muy corto en su visión histórica.
No hacía falta recurrir a los flashback sobre los vuelos de la muerte, mucho menos reconstruirlos de esa manera tan poco profunda y alcanzaba con dejar que de eso se encargue la imaginación del espectador. Ni que hablar del final enfundado en el uniforme, un exceso innecesario que inclusive termina avalando la teoría de la obediencia debida; para esa conclusión, mejor no haberse metido en el tema.

Calificación Fanaseriecine: 5 ½ sobre 10