Este remake sobre la novela de Charles Portis y la película de Henry Hathaway habría de someterse a tres consideraciones: 1) La de quienes han leído la novela. 2) La de quienes vieron la primera película. 3) La de quienes solo conocen la versión de los Coen. Yo pertenezco al tercer grupo y desde esa perspectiva haré mi valoración.

Dispóngase, si no lo ha hecho ya, a ver un western clásico con todos los aditamentos propios del buen cine de este género: hombres rudos de básicos principios (quienes los tenían); mujeres, o públicas o invisibles (aunque sin burka); bellos caballos (algún appaloosa); ríos caudalosos junto a infinitas praderas calcinadas; montañas rocosas y hogueras en la noche...... Junto a esta exposición aromática y evocadora, de las mejores sesiones de nuestra infancia, la mano de los Coen dando pinceladas de humor agrio y poniendo en boca de los protagonistas frases ingeniosas y tabaco de mascar. En medio de todo, una jovencita adolescente que busca justicia y derechos consuetudinarios, haciendo restallar su inocencia entre chacales de dos piernas y que es la narradora de algo que sucedió cerca de treinta años atrás.

La caracterización de Jeff Bridges será suficiente para que no salgas decepcionado de la sala, busques lo que busques, incluso si no eres muy amigo de las historias de estos dos hermanos irreverentes.
Y para rematar, un final digno de pertenecer a la antología de los mejores de la historia del cine.