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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
6
Drama Ryoata, un arquitecto obsesionado por el éxito profesional, vive felizmente con su esposa y su hijo de seis años; pero su mundo se viene abajo cuando los responsables del hospital donde nació su hijo le comunican que, debido a una confusión, el niño fue cambiado por otro. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las siete películas que he visto de Koreeda, sigue siendo Still Walking la que más hondo me caló. Pero esa resignada atmósfera de que para sobrevivir con cierta dignidad hay que ser buenos encajadores, sigue presente en la mayoría de sus obras. Mejor, sin duda, tener cintura ante los embites que el destino nos lanza de cuando en cuando; y en esta tesitura da igual ser más o menos rico, difícilmente lo material curará las enfermedades del alma.

La sociedad nos dicta quién es triunfador, quién es políticamente correcto y quienes deben ser nuestros referentes; pero cuando nos quedamos a solas con nosotros mismos, perdemos el control por desconocer el nuevo escenario o se nos descoloca una pieza del tablero, como le sucede a Ryoata, todo se tambalea a nuestro alrededor. Si los idólatras del éxito profesional interiorizaran esta ineludible realidad, ¡otro gallo nos cantaría a todos! Ya lo decía León Tolstoi: “No hay grandeza donde faltan la sencillez, la bondad y la verdad.”

Las reflexiones que propone esta curiosa historia de hijos intercambiados en la cuna del hospital, error que se descubre seis años después, no se limitan a qué hacer con las criaturas; también a cómo han sido educados unos y otros (padres y abuelos), si fueron o no queridos en su infancia y si como consecuencia de ello arrastran traumas que les discapacitan para afrontar soluciones, en las que no importa el dinero si no los afectos.

Yo creo que en una sociedad sin tantos inútiles convencionalismos la respuesta, en el caso que nos ocupa, estaría clarísima: tus padres son quienes te alimentan, te cuentan cuentos, juegan contigo y velan por tu bienestar; y, por supuesto, puestos a optimizar y endulzar, mejor tener dos padres y dos madres que no tener ninguno.
Sinhué
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