Actualidad y reflexión en una historia que por su presencia continua en los telediarios nos resulta tan familiar que para muchos ya no tiene interés. Porque el drama de la inmigración, cuya criminalización da votos, es un tema denuncia que ya sólo utilizan, afortunadamente, los militantes de las causas perdidas como Goran Paskaljevic.

El misterio que rodea a los menores que el mar escupe en las playas de Europa; y que acaban en centros de acogida, caminando por carreteras perdidas o desaparecidos sin dejar pistas, intenta resolverlo el director serbio ficcionando un caso posible, que tiene como protagonista a un niño marroquí cuyos padres han desaparecido en el hundimiento de una patera.

Todo pasa en la Italia xenófoba de Salvini donde los ciudadanos, amedrentados por el futuro incierto, el desempleo y la falta de políticas sociales, culpan a los más pobres y débiles de sus problemas.
Le honra a este ganador de tres Espigas de Oro, presentar en la 64 Seminci este alegato sin complejos a favor de la humanidad como concepto universal, y subrayar los derechos que les negamos a pesar que la firma de todos los gobiernos esté registrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La supervivencia de un niño de 8 años frente a los asuntos cotidianos, convencionales y negacionistas de la justicia social sumergen nuestras conciencias en una densa niebla que huele a fascismo. Esperemos que, más temprano que tarde, vuelvan el sol y la hermandad.