Niños del paraíso merecería mayor nota si Jafar Panahi (también iraní) no hubiera rodado dos años antes, con guión de Abbas Kiarostami, su ópera prima: El globo blanco, con un acontecer bastante similar. Aún así es un magnífico cuento poblado de niños para mayor reflexión de los mayores.
No sé si quienes interpretan a Zhore y a Alí son actores, aunque lo dudo por el proceder habitual de los directores persas, pero sus miradas y su capacidad de transmisión no se aprenden en ninguna academia de cine; tal vez a través de ellos estemos viendo sus propias vidas. Lo que sí advertimos, una vez más, en Niños del paraíso, es la capacidad mágica de los realizadores de esta nacionalidad para hacer de una cuestión mínima un asunto universal, en el que los valores elementales de convivencia: respeto, solidaridad y comprensión; sostienen unas vidas con muchas carencias materiales, en las que la religión (se deja entrever) no aporta demasiado.