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Voto de Sinhué:
8
8 de septiembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La familia es lo más importante y hasta las decisiones más difíciles de tomar son sólo negocio". Son dos de los impagables consejos de papá Partanna a Charley, ahijado del Don, viejo e influyente mafioso que profesa gran afecto a los dos "sicilianos", sus principales brazos ejecutores. Pero entra en juego la pasión, puede que hasta el amor, y algunos principios comienzan a agrietarse.
La penúltima película del maestro John Huston toma el género de gangsters y profesionaliza de tal manera a los Prizzi, los Bocca...etc. que no tienes la impresión de ver nada trascendental cuando unos y otros realizan sus trabajos de "ajuste y limpieza". Es como ver en acción a un buen carpintero o mecánico. Después de acabar su jornada, vuelven a casa, se dan una ducha y se acuestan o salen a tomar una copa. Eso sí, el orgullo de ser los mejores obliga a hacer las cosas bien, y si hay alguna equivocación se enmienda lo antes posible e incluso se mejora la primera opción. El honor, ya se sabe, es lo último que se debe perder.
Todo lo demás, aquello que se adhiere a la vida rutinaria: envidias, odios, desenfrenos, ambiciones, engaños y otras gualdrapas, son nimios factores que no nos deben apartar de los objetivos, de los pactos de sangre y de la "famiglia". Aunque parezcan poderosas razones: polacas irresistibles, maletines suculentos o paraísos soñados.
Impecables interpretaciones de Kathleen Turner en su papel, una vez más, de peligrosa bomba sexual; de la vitriólica Anjelica Huston y del simpático Jack Nicholson rondando temerariamente la sensibilidad. Los secundarios, como en cualquier buena producción de mafiosos que se precie, no tienen despedicio alguno, brillando con nitidez: John Randolph (Partanna, padre) y el gran Don Corrado (Willian Hickey).
La penúltima película del maestro John Huston toma el género de gangsters y profesionaliza de tal manera a los Prizzi, los Bocca...etc. que no tienes la impresión de ver nada trascendental cuando unos y otros realizan sus trabajos de "ajuste y limpieza". Es como ver en acción a un buen carpintero o mecánico. Después de acabar su jornada, vuelven a casa, se dan una ducha y se acuestan o salen a tomar una copa. Eso sí, el orgullo de ser los mejores obliga a hacer las cosas bien, y si hay alguna equivocación se enmienda lo antes posible e incluso se mejora la primera opción. El honor, ya se sabe, es lo último que se debe perder.
Todo lo demás, aquello que se adhiere a la vida rutinaria: envidias, odios, desenfrenos, ambiciones, engaños y otras gualdrapas, son nimios factores que no nos deben apartar de los objetivos, de los pactos de sangre y de la "famiglia". Aunque parezcan poderosas razones: polacas irresistibles, maletines suculentos o paraísos soñados.
Impecables interpretaciones de Kathleen Turner en su papel, una vez más, de peligrosa bomba sexual; de la vitriólica Anjelica Huston y del simpático Jack Nicholson rondando temerariamente la sensibilidad. Los secundarios, como en cualquier buena producción de mafiosos que se precie, no tienen despedicio alguno, brillando con nitidez: John Randolph (Partanna, padre) y el gran Don Corrado (Willian Hickey).