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España España · Santander
Voto de Windom Earle:
7
Romance. Drama. Ciencia ficción Un hombre (Hugh Jackman) realiza dos viajes: uno al pasado, a la España del siglo XVI, y otro al futuro, al siglo XXVI. Su objetivo es salvar la vida de su esposa enferma de cáncer, pero para ello tendrá que encontrar el legendario árbol de la vida cuya savia proporciona la inmortalidad. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2007
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin un ejercicio de lucidez en tiempos de tanta mediocridad. Muchos comentarios, muchas críticas destructivas, abucheos, algún que otro elogio. Ríos y ríos de tinta, como diría aquel. Y lo cierto es que, una vez vista, me sorprendió que se hablase tanto -negativamente, por lo general- de su supuesta complejidad, cuando en realidad lo que me encontré fue una película que se podía seguir sin demasiado esfuerzo. Ojo, ni mucho menos quiero decir que sea sencilla en su trasfondo, sino en su entendimiento. Es más, tras el aparente y manido melodrama se esconde una serena metáfora trascendental (amor, vida, muerte), que juega con espacio y tiempo a su antojo. Una historia con la que armonizar. Un hermoso cuento para dejarse llevar por su ternura y así alcanzar un estado de sosiego y tranquilidad casi balsámicos.

Visualmente es cálida y a la vez refrescante, con una utilización de la luz muy acertada. De hecho, ésta última es protagonista principal en algún que otro plano cenital de bellísima factura. Pues bien, si a esto le sumamos la exquisitez de su banda sonora (grande Mansell, una vez más), nos encontramos con una película de visionado muy agradable y relajado. El apartado interpretativo pasa un poco de puntillas, tal vez ensombrecido por otras virtudes parciales. Así, nos encontramos con un Hugh Jackman más que decente -alejado de su, hasta la fecha, sempiterna vulgaridad- y una Rachel Weisz correcta, sin más. Demasiado inerte, quizá. Por último, hay que celebrar que Aronofsky haya aparcado ese estilo truculento y reiterativo que hizo tan característico en "Pi" (con excelentes resultados), y del que por contra abusó sin ningún rigor en la posterior "Réquiem Por Un Sueño". Felizmente, ese ánimo de confirmación autoral parece haber quedado olvidado -al menos temporalmente- con "The Fountain".

Bien por Aronofsky. Y bien por su sociedad con Clint Mansell. Esperemos que siga siendo tan fructífera como hasta ahora durante muchos años. Por lo pronto, es de los pocos cineastas actuales que consiguen que cambie el sofá por la butaca y la la televisión por la pantalla de proyección. Un rara avis dentro de lo que es habitual hoy en día.
Windom Earle
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