La verdad es que si Anticristo fuera obra de una joven promesa cinematográfica, la puntuación que doy a esta película la multiplicaría por 1,5 y pondría esperanzas en futuras películas del mismo director, pero con Lars llevamos ya mucho camino recorrido y aquí se esperan cosas importantes, no trabajos tan poco consistentes como éste.

La buena noticia, amigos, es que Lars sigue ahí, que sigue siendo ese gran maestro tras la cámara, con un magnifico talento para relatar temores, enseñar lugares y hacer arte. La mala es que como creador de películas ha dado un paso atrás manifiesto respecto a "Dancing in the dark", "Dogville", "Rompiendo las olas", etcétera, etcétera. El creador de cine con mayúsculas ha involucionado hacia un director de cine de terror del siglo XXI y nos regala un cocktail de "El imperio de los sentidos", "Audition" y "Posesión infernal", por citar películas que me recuerdan a lo que mete ahí dentro. Eso sí, como cine de terror, pues está a años luz de los infames productos habituales del género, primero, porque tras la cámara hay un gran director y segundo, porque se elige a unos actores excelente para la sobriedad del guión.

¿Cuál es el problema exactamente? A parte de que seguramente el estado de depresión clínica del director no acompañaba, lo que ocurre es que tenemos un magnifico envoltorio bastante vacío de contenido. Difícilmente se puede rodar con más gusto y la bella mirada de Lars tiene mucho momentos de brillo, pero lo que se narra transmite poco, queda como muy superficial, el director no ahonda ni en la trama que se propone, ni en los personajes, ni mucho menos se adentra en los recovecos del lugar o las razones de sus protagonistas. Además, existe una disociación bastante enervante entre el mal que envuelve el lugar y sus razones, y el comportamiento de Gainsbourg o, dicho de otro modo, falta claridad clasificatoria para separar el mal como elemento específico del film de una psicosis. O dicho aun de otro modo, se podrían suceder los mismos comportamientos y las mismas situaciones -no puedo ser más claro por aquello del spoiler-, sin tener en cuenta el factor satánico, lo que revela la imperfección de la creación de Lars.

No puedo, tampoco, dejar de lamentar que el trabajo se dedique a Tarkovski, cuyo magisterio planea sobre el film, pero francamente, el resultado no está a la altura y resulta algo sonrojante, como aquella vez cuando Woody Allen se puso a imitar a Bergman ("Interiores").

En definitiva, desde mi punto de vista, película prescindible, que esperemos que sólo sea un bache y no el principio de una pendiente.