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España España · Barcelona
Voto de Cinexin:
4
Romance. Drama. Ciencia ficción Un escritor que creía escribir sobre el futuro, en realidad estaba escribiendo sobre el pasado. En su novela, un misterioso tren salía de cuando en cuando con dirección al año 2046. Todos los que subían a él lo hacían con el mismo propósito: recobrar los recuerdos perdidos. Se decía que en 2046 nada cambiaba. Nadie sabía a ciencia cierta si eso era verdad, porque ninguno de los que viajaron regresó jamás. Con una excepción. Él estuvo ... [+]
19 de diciembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La estética de la película es subyugante. Cada plano está estudiado para que resulte exquisito y la cámara pasa sin prisa por cada uno de ellos, de hecho, puede estar mirando cada objeto como si tuviera que inventariarlo. Al poco de empezar la película, ya nos hemos dado cuenta de que a Wong-Kar-Wai, su director, lo que le interesa sobre todas las demás cosas es la estética y el preciosismo. Que vale, que también le pasaba lo mismo a Visconti, sólo que Visconti, además, contaba una historia que te dejaba clavado en la butaca.

Resulta que el director se graduó en Hong Kong como diseñador gráfico. Entonces se entiende que cada plano parezca un fondo de escritorio muy trabajado. La música, también exquisita. Incluso se escucha Casta Diva como en cualquier anuncio de coches de lujo que se precie.

Otra cosa es el guión. Parece ser que Wong-Kar-Wai no suele trabajar con un guión muy definido, sino que la historia va cambiando a partir de una idea más o menos clara. Pues eso se nota. Al principio (y al final) cuesta saber dónde estamos temporal y geográficamente y también quién es quién, qué quieren los unos de los otros y qué está pasando.

Hay una escena particularmente risible: una pareja come en un restaurante, pero no están sentados uno frente al otro (eso sería demasiado vulgar). Aquí la mujer mira al infinito frente a ella y el hombre le habla a su perfil. Mantienen una larga conversación sin mirarse ni una vez. ¿Por qué? Pues sólo para que la cámara capte el rostro de la mujer de frente al tiempo que el perfil del hombre, o al revés. Todo a favor de la estética, como si fuera un cromo.

Aquí ya empiezo a pensar “Todo esto les va a gustar un montón a los que disfrutaron con la niña aquella de las coletas que no hacía más que correr por todos los caminos detrás del maestro de escuela (véase El camino a casa) porque va del mismo palo, sólo que mucho más barroco”.

La música te martillea los oídos siempre, sea la escena que sea. No es que sea mala música, todo lo contrario, pero es un recurso facilón para que el espectador quede arrobado. Me extraña que el director no haya incluido el Adagio de Albinoni, ése no falla: causa furor en las almas sensibles.

En fin, no insisto. Total, es imposible convencer a los que la han encontrado sublime que esto no es mas que artificio pseudoemotivo envuelto en una caja con muchos, muchos bonitos lazos de seda. Que conste en mi descargo que Still Walking o Hana-Bi me parecieron una maravilla y también son lentas de narices. Pero esta caja está vacía.
Cinexin
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