No vamos a negar que el tema de esta película no es de los más vivarachos, pero la fui a ver con la tranquilidad que da el hecho de que a Carlos Boyero no le gustara, y no me ha defraudado.

Es así como una especie de documental filmado por el protagonista (jugador de póker probablemente) con un palo selfie. Él trabaja en una empresa que no le termina de gustar, y lo que hace es, durante día y medio, colarse y grabar lo que pasa en los distintos departamentos de la empresa. El resultado es educativo y no difiere mucho de un "así se hace".

También tiene su parte de ficción donde él, cual ávido lector de Viktor Frankl que no ha terminado de entender el libro, tiene una misión que cumplir. Los del sindicato tienen otra, a veces consiguen conciliarlo, a veces no.
En definitiva, la película está muy bien hecha y aunque parezca de los hermanos Dardenne, es húngara.

Gustará a: miopes, forenses, jurados de la academia.
No gustará a: Carlos Boyero, enterradores, extras de la propia peli.