El "secundario de lujo" Raúl Arévalo se pone por primera vez tras las cámaras y la verdad es que le ha salido bastante bien.

Lo que es la historia no sorprende mucho, ni el planteamiento ni la evolución. Va de un hombre bastante creepy que se pasa el día en el bar jugando al mus con sus colegas. Es de esos que cuando hablan parecen buena gente, pero habla poco y no sabes lo que está pensando. Tiene un tablero de ajedrez en su casa y cuando chatea usa el signo de interrogación inicial, ¿qué clase de persona hace eso? ¿qué esconde ese hombre?

Lo mejor las actuaciones, especialmente la chica y un tipo que sale a media película con un papel tan delirante que uno piensa: este hombre tiene que ser así; pues no, es actor. También la escena inicial que es de esas que se queda uno con el culo torcido pensando cómo la habrán hecho. Lo peor, quizás va cambiando demasiado de estilo, como si Arévalo tenga como objetivo vital homenajear a muchos directores y no esté seguro de si le dejarán hacer más pelis.

Gustará a: habitantes de bares, gimnasios de boxeo y pueblos donde uno va a veranear de pequeño
No gustará a: joyeros, reos, profesionales de lo legal