Le doy un tres porque una serie donde se reivindica el hedonismo en estos tiempos reaccionarios es necesaria y porque vista en pijama un domingo con tu pareja igual hasta te ríes ( y ya se sabe que la risa es un preludio erótico). Además, se nota que Coixet se lo ha pasado muy bien viajando por el mundo rodándola e invitando a sus amiguetes. Olé por ella. Pero si sale hasta Bop Pop ( por suerte no habla). Entre toma y toma habrán caido canapés a mansalva. No importa: si invita HBO. Todo lo demás es un megamix de lo peor de Coixet y casi nada de lo bueno: estética de videoclip, músiquilla melancólica, japonesadas, guión escrito en una servilleta tras la fiesta de celebración de los Goya. Por la misma razón que es más prudente callarse la boca cuando vas piripi a veces tampoco conviene explayarse tanto con la voz interior de los personajes, no vaya a ser que no se los crea ni el tato. Es lo que pasa cuando intentas hacer una serie fashion con las cuatro verdades del barquero. Coixet , que es un animal de rodar, filma por la mañana y escribe el guión por la tarde. Te monta una serie en un tris y se nota. En fin: esperemos que Ben Kingsley y Patricia Clarkson tengan pronto la agenda libre.