Haz click aquí para copiar la URL
España España · Salamanca
Voto de La Maga:
5
Terror. Thriller La aparente normalidad de una modesta casa de Tokio oculta el horror que se encuentra en su interior. La casa está poseída por una violenta plaga que destruye las vidas de todos que se encuentran en ella. Esta maldición hace que sus víctimas mueran poseídas por una ira poderosa. Cada muerte causada por la maldición provoca el nacimiento de una nueva víctima, lo que hace que se propague como un virus, creando una interminable y creciente ... [+]
27 de diciembre de 2006
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último remake ideado por Hollywood no se diferencia en nada a la cinta original: La maldición. Para llevar a cabo un remake, antes es necesario tener en cuenta una serie de instrucciones. Regla número uno: si la película a repetir todavía resiste el paso del tiempo, no se te ocurra acercarte a ella por el momento, sería un atrevimiento egocéntrico, lleno de arrogancia e inutilidad. Regla número dos: si éste no es el caso, repetirse, pero a la hora de hacerlo, añadir o modificar mínimamente algún detalle (personajes secundarios, escenarios, tramas secundarias, música, puesta en escena…). Regla número tres: si eres un productor avispado, al tanto de las actuales novedades y modas mundiales, y eres consciente de la falta de ideas y racanería de los guiones que se escriben últimamente, entonces, haz un remake, porque seguramente, ¡te forrarás!
Sam Raimi, el productor avispado en este caso, amante del género y director de culto gracias a obras como Posesión infernal, no ha cumplido las dos primeras reglas, pero no importa, ha creado una cuarta: contratar al director original para que él mismo no sólo supervise todos los detalles, sino que además, dirija el remake de su propia película.
Takashi Shimizu es, junto a otros directores como Takashi Miike o Hideo Nakata, culpable desde hace años de la renovación del género de terror. Después de la oleada de psicópatas y muertos paralelos orquestada por Wes Craven, Shyamalan y Amenábar, repetidas hasta la saciedad por olvidables artesanos de tres al cuarto, la cada vez mayor apertura al mercado oriental está provocando fenómenos cuanto menos llamativos.
En El grito, la vida de los personajes sigue sin interesarnos lo más mínimo. Lo admirable de Takashi Shimizu es la creación de atmósferas y tempos inquietantes, y aunque en el montaje puede hayarse más de una incongruencia e irregularidad, es de agradecer su dirección, sobre todo porque presenta algunas de las claves de la narración oriental, la más excitante, enriquecedora y novedosa en la actualidad. De la catástrofe del producto, no toda la culpa la tiene él. Las historias de maldiciones, con la ceguera, la señal de video o el agua, están empezando a agotarse peligrosamente, y sólo espero, por el bien de todos, que la distribución de la industria oriental siga alcanzando nuevas cotas, porque si no, veo nuevos proyectos como éste en el horizonte, sobre todo porque parece que al espectador medio norteamericano le hace falta que le traduzcan los éxitos fuera de sus fronteras a un lenguaje ortopédico. La fidelidad al original sólo inquietará a aquellos espectadores que todavía no se hayan dejado desvirgar por las generaciones orientales, pero si todavía no carecen de prejuicios, acudan a la fuente original, no lo lamentarán.
La Maga
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow