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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
7
Ciencia ficción. Thriller. Acción. Intriga Washington DC, año 2054. La policía utiliza tecnología psíquica para arrestar y enjuiciar a los asesinos antes de que cometan un crimen. El futuro se puede predecir y los culpables son detenidos por la unidad de élite Precrime antes de que puedan delinquir. Las pruebas se basan en los "precogs", tres seres psíquicos cuyas visiones sobre los asesinatos nunca han fallado. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2007
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señas de identidad
Steven Spielberg es una de esas personalidades variopintas nacidas para el cine (no vamos a descubrir nada nuevo a estas alturas), pero sobre todo, es un amante de ese género que su difunto amigo Stanley Kubrick ya cultivara a la perfección (2001: Una odisea en el espacio). Ya desde sus comienzos mostraba un inusitado interés. Prueba de ello es que sus mejores obras pertenecen a este campo: E.T. El extraterrestre, Encuentros en la tercera fase, A.I. Inteligencia Artificial. Sin embargo, la magia de Steven Spielberg ha desaparecido en esta última dosis llamada Minority Report.
Premisa
John Anderson (Tom Cruise), al igual que el personaje de Roger Thorngil en Con la muerte en los talones (Hitchcock), debe luchar contra el destino para probar su inocencia. A pesar de ser el jefe de la unidad especial de Pre-Crimen, la violencia presente en Washington, año 2054, y las dotes adivinatorias de los pre-cogs le obligan a enfrentarse a esa huida existencial en la que estaba sumido debido a la muerte de su hijo.
Espíritus enfrentados
Es el comienzo de la película el resultado de un autor que sabe utilizar a la perfección los elementos narrativos, alguien que maneja como quiere a los personajes. Esa secuencia inicial nos atrapa de lleno y adentra en un mundo plausible, que el director va describiendo con pinceladas a medida que se desarrolla la trama. Son esos matices (la operación ocular, las mochilas voladoras, Tom Cruise en la bañera escondiéndose de sus perseguidores, Agatha despertando de sus sueños, esa publicidad invasora de la intimidad, esa nueva droga llamada claridad) a lo largo de las dos horas y media de metraje los que prometen una visión única, un nuevo paso adelante en el género, una aproximación al mundo que apuntaba Ridley Scott en Blade Runner. La pena es que se quedan en eso, detalles, pues Spielberg acaba traicionándose a sí mismo, cayendo en el error de suministrarle la mayor importancia, su esencia, su estilo personal al thriller. Producto de esta decisión, su film te desangela por completo en su última media hora, cayendo en la más absoluta previsibilidad y esquematización, y haciendo que la música de John Williams y la fotografía de Kaminski sean más superficiales que nunca.
Parece como si el maestro se hubiera olvidado de repente de que sus obras más geniales son aquéllas en las que no abandona su complejo de Peter Pan. En ésta, sus señas de identidad son más reconocibles que nunca al comienzo, pero se va desinflando, producto de ese enfrentamiento entre lo que quieres hacer lo que sabes hacer. Su ambición no debería tener nunca límites, pero su personalidad siempre debería estar presente.
La Maga
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