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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
7
Drama Dos parejas divorciadas y sus hijos regresan a la masía montañesa en la que vivieron en comuna hace más de veinte años. Los ha invitado su amigo Max, el único que permaneció allí. Para los hijos, de casi treinta años, el lugar está lleno de recuerdos agridulces. Su vida no ha resultado como imaginaban y muchas de sus frustraciones y desengaños saldrán a la luz durante ese fin de semana. (FILMAFFINITY)
8 de marzo de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las reuniones de viejos amigos pueden acabar en una sarta de reproches. Precisamente por eso, el director catalán se inspira en Reencuentro (1983) y Las invasiones bárbaras (2003) para evitar todos los tópicos. Y lo hace con las mismas herramientas de su exitoso debut: contar peripecias con un fuerte sabor a vivencia, y hacerlo sin que parezca una batallita; personajes (personas) que sudan humanidad por todos sus poros, sin una pizca de heroísmo, con pequeños, y en ocasiones, grandes defectos; una planificación descuidada y nerviosa, cámara en mano, primeros planos, fotografía hiperrealista, ausencia de banda sonora (sólo ruido ambiente y silencios); y unas interpretaciones y unos diálogos impecables por su escalofriante sinceridad. En su contra: fundidos a negro que no vienen a cuento y finales impostados que revelan dudas y dificultades cuando menos se esperan, necesitan y desean.
Remake es una historia ajena que sentimos como propia, un espacio intermedio entre dos épocas y un ajuste de cuentas generacional. Los padres se han desencantado y aburguesado, están desgarrados; los hijos les achacan su inmadurez a los treinta años. De los principios autoritarios y los valores morales tradicionales se pasó a una educación libertaria. El modelo sigue siendo el mismo, la imposición de normas. Las consecuencias y tópicos sociológicos a la vista: jóvenes que sueñan con patatas y alienígenas, desmemoriados, ingenuos e insolidarios, jóvenes que necesitan contar un rollo que a nadie les interesa y que son incapaces de pensar con independencia, sin repetir los titulares de los periódicos. Toda generación cuestiona a la anterior, siempre hay motivos para la revolución, el problema es que fracasan.
Remake no deja títere con cabeza, no complace a nadie, es amarga, escéptica y pesimista. Sus batallas verbales están cargadas de desorientación existencial, de frustraciones, desengaños, renuncias y rencores. Gual sólo encuentra esperanza en la reconciliación padre-hijo, ¡pero vaya reconciliación!: el triunfo del individualismo, que cada uno vaya por su lado para enderezar su vida. Antes, los lazos familiares eran salvadores, purificadores, ahora, pueden resultar veneno. Peor el remedio que la enfermedad. Saboreen y disfruten primero, razonarán después. Para mí (el resto de opiniones son igualmente válidas), Max es el espejo que mejor refleja lo que ocurre en Remake, su chivo expiatorio, pero también, la suciedad en la que encuentro la única esperanza, o por lo menos, la nostalgia de una esperanza que no viví y ya ha muerto.
La Maga
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