Tras el efectivo musical Chicago, Rob Marshall no ha sabido llevar a cabo lo que en principio tendría que haber sido una fascinante historia, por el escenario en que se desarrolla y el interesante mundo que describe; el proceso de "creación" de una geisha en el Japón de mitad del siglo XX. Pero la película desaprovecha muchas de sus situaciones y llega incluso a aburrir y desinteresar al espectador en más momentos de los que sería recomendable.

Por supuesto, la película, desde el momento en que se trata de una superproducción, cuenta con todos los medios que tendrían que haberle hecho ser una gran película: un creíble y muy conseguido diseño de producción, una bonita y evocadora música de John Williams, un vestuario embriagador, una fotografía fascinadora..., pero la madre del cordero del cine es el guión y el sentimiento que se ponga a la hora de contar historias. Y esto es lo que falta en estas bonitas pero insuficientes 'Memorias de una geisha'.

Nota: 5,5