Así sin más, un director sin escrúpulos ni vergüenza, decidió hacer una porquería sin lógica ni sentido, mientras que unos productores miopes daban millones para tirarlos a la basura.
Un grupo de personajes inverosímiles que tienen nombre de personajes literarios (me niego a aceptar que sean los mismos de las novelas más famosas de la literatura anglosajona), hacen cosas y pelean en una trama de lo más absurda.
Un tipejo encarga a Sean Connery que haga algo para frenar la I Guerra Mundial, en el contexto de la llamada Paz Armada (1890-1914), pero que aquí se torna ridículo y sin sentido. Para ello, reúne a un grupo de hombres insulsos y a una señora estirada y vampira, que viajan con el capitán Nemo (más bien memo) que para la ocasión va travestido de nigromante de feria.
A través de decorados digitales viajan en un submarino de 800 m de altura y 3000 m de largo, y van recorriendo y destruyendo Venecia y otros lugares parecidos. Además van muy cómodos en el interior, decorado de burdel de alto standing y con un traje apropiado para la ocasión (ejemplo, para la nieve todos van conjuntados)