Le pongo un diez como una catedral porqué no me queda más remedio que rendirme ante tan sublime obra maestra del cine ¿spaguetti western? ¿porqué se le llamaría así? A sí, en 1966 de los italianos solo sabíamos que comían muchos espaguetis, ahora sabemos que comen muchas cosas... odio esa definición de spaguetti western, en fin, que le vamos a hacer, no seré yo quien cambie el curso de las cosas, en todo caso casi todo el mundo sabe que a los westerns europeos se les definió de esa manera, o mejor dicho a los westerns italianos.

El film está rodado en su gran parte en Almería, en el desierto de Tabernas. No hace falta decir que este film cierra la trilogía del dolar, para que voy a repetir lo mismo, y para mi gusto la mejor de las tres.

Eastwood está en su línea, un tipo duro, inteligente, que tiene todo perfectamente estudiado, aunque la suerte le acompaña en todo momento, se une por convención que no por convicción con el feo y el malo en busca de un tesoro, los tres se necesitan mutuamente para encontrarlo, pues saben parte a medias de donde está escondido.

La película nos ofrece una fotografía maravillosa del paraje de La Saternilla, y la genial partitura de Morricone sobrevive hoy en día a su tiempo, ¿quien no ha silbado nunca la melodía de la película?.

Hay de todo, guerra, tiros, peleas, grandes puestas en escena, fantásticos encuadres, polvo, caballos, suciedad, destrucción... pero sobre todo mágicos primeros planos de Eastwood y de Van Cleef, que dan el pego ante la cámara... la escena del duelo final es antológica, que nadie se atreva a decir que no.

No voy a decir más, no soy crítico de cine, pero desde que empieza hasta que acaba no le sobra ni un solo minuto de metraje, y en ningún momento aburre... el montaje es perfecto y no hay lagunas, enlazando segundo a segundo las escenas para montar este majestuoso western, como pocas veces se ha dirigido.

Cuantos más años pasan, más se reivindica el western de Leona, que si levantara la cabeza estaría bien orgulloso, una pena.