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Voto de laranra:
9
8.2
154,014
Drama
Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros. (FILMAFFINITY)
26 de junio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Varsovia, 1939. Las vidas normales de sus habitantes iban a verse truncadas de golpe por la invasión alemana. Por supuesto los judíos más que nadie sufrirían una caida progresiva, metódica y irrefrenable. De sus vidas apacibles, opulentas o simplemente dignas iban a pasar a la pobreza, la humillación y la despersonalización más abyecta. Nada que no sepamos. Nada que queramos recordar. Pero magistralmente narrado por Polanski.
Lo que más sobrecoge de la película es la normalidad y el silencio que cae a plomo sobre los personajes y las calles del gueto. Normalidad, teniendo en cuenta las circunstancias, tanto la que los nazis querían imponer como la que los judíos trataban de conjurar para reconstruir una dignindad vapuleada a base de humillaciones, vejaciones y masacres indiscriminadas. Y todo esto sobrecoge por lo metódico y calmado en la sucesión de hechos. La caida de Wladyslaw Szpilman y su familia, que es la del resto del pueblo judío, no es meteórica, sino que se va produciendo poco a poco. Medida a medida, ley a ley, acción a acción. Eso sí, es imparable y acaba en un abismo de miseria, hambre y animalización. Lo peor era eso, cómo los judíos eran despojados de su humanidad, de su identidad como seres humanos. Esto, hecho poco a poco, hacía imposible una posible revuelta.
Lo que más sobrecoge de la película es la normalidad y el silencio que cae a plomo sobre los personajes y las calles del gueto. Normalidad, teniendo en cuenta las circunstancias, tanto la que los nazis querían imponer como la que los judíos trataban de conjurar para reconstruir una dignindad vapuleada a base de humillaciones, vejaciones y masacres indiscriminadas. Y todo esto sobrecoge por lo metódico y calmado en la sucesión de hechos. La caida de Wladyslaw Szpilman y su familia, que es la del resto del pueblo judío, no es meteórica, sino que se va produciendo poco a poco. Medida a medida, ley a ley, acción a acción. Eso sí, es imparable y acaba en un abismo de miseria, hambre y animalización. Lo peor era eso, cómo los judíos eran despojados de su humanidad, de su identidad como seres humanos. Esto, hecho poco a poco, hacía imposible una posible revuelta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por supuesto, una vez más nada es imposible, y esta se produjo. Sus resultados, evidentemente, tuvieron escasa repercusión más allá del intento desesperado en medio de la desesperanza más absoluta.
El Pianista es la historia real de Szpilman según la cuenta en sus memorias, aunque narrada a través de Roman Polanski. El director también vivió en un gueto en su infancia (el de Cracovia) y se puede decir que pasó por circunstancias parecidas a las del pianista. Así, la historia de Szpilman y la de Polanski confluyen, se entremezclan y de ese flujo resulta esta película que habla de supervivencia, de horror, de muerte y de triunfo. Sí, la vida de nuevo se abre paso entre los cadáveres.
El Pianista es la historia real de Szpilman según la cuenta en sus memorias, aunque narrada a través de Roman Polanski. El director también vivió en un gueto en su infancia (el de Cracovia) y se puede decir que pasó por circunstancias parecidas a las del pianista. Así, la historia de Szpilman y la de Polanski confluyen, se entremezclan y de ese flujo resulta esta película que habla de supervivencia, de horror, de muerte y de triunfo. Sí, la vida de nuevo se abre paso entre los cadáveres.