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Voto de qtefollen:
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Animación. Aventuras. Drama
Cuando Kala, una gorila hembra, encuentra un niño huérfano en la jungla, decide adoptarlo como su propio hijo a pesar de la oposición de Kerchak, el jefe de la manada. Junto a Terk, un gracioso mono y Tantor, un elefante algo neurótico, Tarzán crecerá en la jungla desarrollando los instintos de los animales y aprendiendo a deslizarse entre los árboles a velocidad de vértigo. Pero cuando una expedición se adentra en la jungla y Tarzán ... [+]
10 de septiembre de 2008
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mito está plagado de expresividad, o por el contrario se asemejaría a Christopher Lambert? Sabed eso de que 'las lágrimas de los mitos sirven para encubrir su vacío, las mías son la misma prueba de él'. Pero este Tarzán jamás derramó llanto alguno. A una pérdida una reacción consecuente. Reacción, no neutralización. Jamás se detiene. No era expresivo pues? Absurdo, acaso la inexpresividad no se da únicamente en el reino del hombre decoroso? O en los japoneses. Quién pensó en Christopher Lambert???
La locura es lo voluble. Y la muerte lo estable. La vida deber ser locura pues. Y Tarzán debe estar saneado de enloquecimiento se ve. Así pues es éste. Un Tarzán que en lugar de gemir, ruge. Y en lugar de arrobarse, vislumbra, reacciona, presiente, y la gran metáfora del eterno devenir, se desliza y hasta fluye. Subsanando a cada paso los derrames de sus propias equivocaciones. Equivocaciones que un mono nunca tiene. Y que por eso sucumbirá siempre ante el error del hombre. Por ser algo inesperado ajeno al instinto inhibido por la conciencia. Algo puntualmente absurdo. Por no comprender el animal que la maldad también reside en él. Por vivir en actitud de sólo poder ser derrotados sus cojones. Por asegurar la estabilidad de una vida sin emociones y con algunos brotes. Donde las madres son la bondad que nunca perece, pero los padres los tiranos que la transportan y mantienen. Y este Tarzán no sólo se erige por encima de todas las civilizaciones posibles, sino también por encima de la selva salvaje. Este Tarzán es un imitador excelente. Un evolutivo constante. Un adaptado a cada paraje. Un enternecedor amable a la par que maníaco depredador incandescente. Todas las expresiones se dan en sus connotaciones tanto faciales como gestuales. Este Tarzán es un sobreser. Y por ello este Tarzán jamás habría podido concebirse sin su otra parte. Sin el mundo que reside más allá del horizonte. Más allá de simpáticas y educativas proyecciones. El mundo de la seducción y el placer. El mundo de la quietud sobre la que en aguas calmas reflejarse. Pero sobre el que extender la mano y percibir contacto sin humedecerse. Sin sentirse uno mismo responsable más que de su ejemplo y su talante. Mas que de ser un líder. Un líder distinto, que en lugar de guiar, acompañe. Y en lugar de matar, perdone. O compadezca simplemente.
La locura es lo voluble. Y la muerte lo estable. La vida deber ser locura pues. Y Tarzán debe estar saneado de enloquecimiento se ve. Así pues es éste. Un Tarzán que en lugar de gemir, ruge. Y en lugar de arrobarse, vislumbra, reacciona, presiente, y la gran metáfora del eterno devenir, se desliza y hasta fluye. Subsanando a cada paso los derrames de sus propias equivocaciones. Equivocaciones que un mono nunca tiene. Y que por eso sucumbirá siempre ante el error del hombre. Por ser algo inesperado ajeno al instinto inhibido por la conciencia. Algo puntualmente absurdo. Por no comprender el animal que la maldad también reside en él. Por vivir en actitud de sólo poder ser derrotados sus cojones. Por asegurar la estabilidad de una vida sin emociones y con algunos brotes. Donde las madres son la bondad que nunca perece, pero los padres los tiranos que la transportan y mantienen. Y este Tarzán no sólo se erige por encima de todas las civilizaciones posibles, sino también por encima de la selva salvaje. Este Tarzán es un imitador excelente. Un evolutivo constante. Un adaptado a cada paraje. Un enternecedor amable a la par que maníaco depredador incandescente. Todas las expresiones se dan en sus connotaciones tanto faciales como gestuales. Este Tarzán es un sobreser. Y por ello este Tarzán jamás habría podido concebirse sin su otra parte. Sin el mundo que reside más allá del horizonte. Más allá de simpáticas y educativas proyecciones. El mundo de la seducción y el placer. El mundo de la quietud sobre la que en aguas calmas reflejarse. Pero sobre el que extender la mano y percibir contacto sin humedecerse. Sin sentirse uno mismo responsable más que de su ejemplo y su talante. Mas que de ser un líder. Un líder distinto, que en lugar de guiar, acompañe. Y en lugar de matar, perdone. O compadezca simplemente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Con la suficiente autoestima para proseguir sin rencores, sólo zafándose de un tigre que por carencia reflexiva y ser inneutralizable, debe morir por amenazante. Pero el hombre no intimida nunca, el hombre es demasiado pobre, la policía trata de partirte los dientes mientras tú los observas como a sencillos títeres. Sin contundencia ni determinación reales. Entre lo grotesco, apático e insignificante. El hombre de hoy no puede asustar lo más mínimo a nadie. Ahora, lo jodido son sus poderes comunes. Por eso en cuanto comprendes ésto y eres hombre te das cuenta de que ya no necesitas poderes. Sólo darte cuenta de los que sólo por nacer ya obtienes. Y dejar de mirar al infinito susurrante de sandeces. Y vivir en riesgo o incluso al borde siempre de la muerte. Porque ahí es donde se haya la vida, y es hacia donde el corazón te mueve.
La leyenda de Tarzán es sólo la leyenda de un hombre y una mujer. La leyenda del valor humano por encima de un cosmos aclaparante que desazone. Y cuando dice Kerchack ante el ofrecimiento descubridor del hombre, muy bien podía haber dicho Clayton, aún a riesgo de parecer ya otro hombre. Pero hasta en ese ínfimo detalle, la película resulta impecable.
La leyenda de Tarzán es sólo la leyenda de un hombre y una mujer. La leyenda del valor humano por encima de un cosmos aclaparante que desazone. Y cuando dice Kerchack ante el ofrecimiento descubridor del hombre, muy bien podía haber dicho Clayton, aún a riesgo de parecer ya otro hombre. Pero hasta en ese ínfimo detalle, la película resulta impecable.