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Voto de Tony Montana:
9
Western. Drama Narra la historia del más famoso forajido del oeste americano, el carismático e impredecible pistolero Jesse James (Brad Pitt), un bandolero sudista hijo de un predicador. Mientras Jesse planea su próximo gran robo, declara la guerra a sus enemigos, quienes intentan hacerse con la recompensa -y la gloria- que implicaría su captura. Pero la amenaza más importante a su vida puede que venga de aquellos en quienes más confia... (FILMAFFINITY) [+]
31 de octubre de 2007
39 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la historia del western, varias cintas se han salido de su tangente para intentar crear un punto de vista diferente sobre las diferentes leyendas y mitos del oeste americano, y reinterpretar la historia a su manera y han intentado ofrecer al espectador algo a lo que no estaban acostumbrado, con más o menos éxito, y pusieron su granito de arena para el género más importante en la historia de este medio. Esta va un pasito más allá y se sitúa en un nivel más allá dentro del western, moviéndose de forma sinuosa entre el drama intimista y el western crepuscular, regado con gotas de expresionismo que dotan a la cinta de un lirismo abrumador, pero que no se queda en un mero ejercicio esteticista, dándole un toque fascinante y renovador a una historia mil veces contada.

Andrew Dominik disecciona al héroe en todas sus vertientes, analizando punto por punto el carácter del Robin Hood moderno, que aquí tiene más aristas de las que la gente le presume, descubriendo que la mayoría de las leyendas decepcionan, y que de héroe o leyenda a villano no hay más que un paso. Todos parecen ver en Jesse a un moderno Prometeo que roba a los poderosos para dárselo a los pobres, pero él mismo sabe, y Ford se dará cuenta con el paso del tiempo, que no es más que un ser humano, con sus numerosas debilidades. La película es la narración de ese proceso, de un personaje aparentemente frágil y honesto, pero que en el fondo se descubre a sí mismo como un cobarde. Presentado al comienzo como un ente casi fantasmagórico, el director va desnudando también el alma de Jesse James hasta hacerle vulnerable, y quitarle ese halo mágico que parecía rodearle en la primera secuencia. Es también una visión pesimista del mundo, de la decepción y la desconfianza como motor de todo, y es que aquí lo importante no son los asesinatos, si no lo que estos luego originan.

Pudiendo ser acusada de tediosa, plúmbea y barroca, es innegable que el estilo que ha escogido Dominik para su película es sorprendente para un western, de una lentitud asfixiante, densa, como si toda la película se tratase del último jadeo de un moribundo, construida a base de detalles, de miradas, de silencios, de risas. Dominik pone en escena un guión confuso por momentos, y que adolece de falta de continuidad en algunos momentos, y de falta de desarrollo en ciertos aspectos, pero que, conforme avanza la historia y el espectador ata cabos, funciona como un mecanismo de relojería. El interés del relato no está en ver cómo asesina Ford a James, pues el suspense se borra de un plumazo con sólo leer el título, si no qué cúmulo de circunstancias llevan al aniñado ladrón a asesinar a su héroe, y cómo lo maneja el director, haciendo de esta película algo más que un mero western, siendo heredera de Centauros del desierto y Sin Perdón en el estudio intimista del personaje protagonista, de todos sus miedos y sus inquietudes.
Tony Montana
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