"Ya no se hace cine familiar" decía Flipy en una entrevista durante la promoción. "Y yo he hecho una película que pueden disfrutar todos los miembros de la familia" añadió. La primera afirmación es cierta: al menos en España no hay muchas películas de ese estilo. La segunda afirmación es tan rotundamente falsa que no sólo no se la recomendaría a ningún miembro de mi familia, sino que no creo que la disfrutara ni mi mascota.
Aunque el elenco prometía, la ejecución del guion deja mucho que desear. Y si el guion cojea ya no hay nada que pueda salvar un filme. Los personajes no son planos, son directamente incomprensibles: aleatorios, caprichosos en sus decisiones e irregulares en su conducta. Y los guionistas cometen el error de pensar que un niño de 2010 ha vivido la misma infancia ochentera que vivieron ellos: Los Vigilantes de la Playa, David Hasselhoff... Piensan que todas las infancias se han vivido en los 80, que las generaciones posteriores han seguido bebiendo de las mismas fuentes y no es así.
Sólo se salvan un par de momentos muy fugaces que me arrancaron una risilla.