Gran película, grandes actores, excelente dirección, inolvidable banda sonora. Anouk Aimee y Jean Louis Trintignant están fantásticos en sus papeles, dos magníficos actores bastante infravalorados en general. La química de la pareja es evidente, casi pareciera que no están actuando. La trama es la típica historia de amor, mil veces vista en cine, pero llevada con maestría, paso a paso, dejando que siga su curso normal, sin precipitaciones ni situaciones forzadas. La película es como un diamante tallado con mimo, sin prisas, con detallismo absoluto. Claude Lelouch alterna sabiamente las escenas en color con las de blanco y negro e incluso de ocre, diferenciando así atmosferas y situaciones. Y de la banda sonora, que decir, perfecta para lo que se está contando y con una de las mejores canciones de la historia. En resumen, fantástica película, tan sencilla como bonita y una muestra perfecta de como se hacía y se sigue haciendo buen cine en Francia, con sencillez, talento y buen gusto.

Obra maestra imprescindible.