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Voto de AdolfoOrtega:
9
Western Los familiares de los prisioneros blancos secuestrados por los comanches presionan al ejército federal para que los rescate. Al cínico comisario de Tascosa, Guthrie McCabe (James Stewart), lo convence el comandante Frazer para que se encargue de negociar con los indios la entrega de los cautivos. Le acompañará en su misión el teniente Gary (Richard Widmark). (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2012
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas pude disfrutar de una gran película de John Ford, "El joven Lincoln", cinta que me ayudó a confirmar la opinión de que el estadounidense es uno de los creadores de belleza más importante del pasado siglo. Ahora, que acabo de ver "Dos cabalgan juntos", esta impresión está, si cabe, más afianzada aún en mi alma cinéfila: John Ford es un genio.

El título de la película se refiere a la relación que reemprenden dos viejos conocidos, cuando se reencuentran para afrontar juntos una misión diplomática encaminada a negociar con una tribu india la liberación de familiares de colonos, que fueron tomados como rehenes años atrás. Este argumento es la base que usa John Ford para invitarnos a reflexionar sobre aspectos tan presentes entonces como hoy, como son el racismo y la xenofobia, la fuerza de la cultura como elemento modulador de nuestra identidad, el autoengaño al que recurrimos para intentar endulzar una existencia amarga, el peso de los recuerdos de nuestra infancia, o el idealismo como actitud sólo entendible en quien aún no conoce la auténtica naturaleza egoista y caprichosa del pueblo. Y todo ello en una atmósfera de fino humor, contado de una manera sencilla, que contrasta con la riqueza del mensaje, con su infinidad de matices, tan característica del estilo del director norteamericano. El único punto débil que encuentro en la película es que este fondo de gracia inunda espacios de profunda carga dramática, restando credibilidad a alguna escena concreta, aunque, en general, el humor esté perfectamente integrado con el mensaje profundamente pesimista del film.

El peso de la historia, de tintes quijotescos, recae sobre los dos protagonistas, en los que queda perfectamente reflejada desde el primer momento la naturaleza pragmática, cínica y acomodada del uno, en contraste con el carácter idealista, responsable y abnegado del otro. Unas botas lustradas apoyadas en la baranda del porche de un bar, frente a un sucio uniforme, deslucido prematuramente por el polvo seco del desierto. Estas personalidades tan dispares presentan sin embargo un nexo común, que el desarrollo de los acontecimientos irá haciendo cada vez más presente, de manera que, finalmente, descubrimos en ambos personajes una misma condición de amor a las causas justas. Como si Don Quijote y Sancho dejaran por un momento las cercanas tierras manchegas para adentrarse en las extensas llanuras del oeste americano.

En definitiva, un relato profundo en su sencillez, bien presentado y mejor contado, que sólo puede aflorar de un admirable maestro al que, como buscadores de belleza, admiramos sinceramente. Un genio como John Ford.
AdolfoOrtega
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