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España España · Madrid
Voto de Todavía:
9
Drama. Musical Selma, inmigrante checa y madre soltera, trabaja en la fábrica de un pueblo de los Estados Unidos. La única vía de escape a tan rutinaria vida es su pasión por la música, especialmente por las canciones y los números de baile de los musicales clásicos de Hollywood. Selma esconde un triste secreto: está perdiendo la vista, pero lo peor es que su hijo también se quedará ciego, si ella no consigue, a tiempo, el dinero suficiente para que ... [+]
1 de enero de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los directores que mejor ha usado el referente femenino para asomarse al universo humano es von Trier.
En su cine, la aceptación del amor atormentado casi como mandato natural, así como la asunción incuestionable de las normas, que son establecidas con mensajes casi siempre codificados desde jerarquías poco explícitas, y el sacrificio consecuente de ambos, se constituyen como destilado de esencia humana, que aparece hábilmente mezclado con la ternura, pero sin que se vislumbre la menor forma de juicio ni de derivación moral desde el que rueda, sino que pareciera que emana casi a borbotones desde el que decodifica: el espectador. Esto lo consigue en todas sus obras, bien sea por ausencia de recursos visuales o escenográficos básicos (léase decorados en "Dogville") o porque -en el caso de "Bailando en la oscuridad"- la música, por ejemplo, no aparece como elemento de refuerzo de una situación dramática, sino como una huida hacia adelante y una explosión del mundo interior de la protagonista en oposición a su terrible realidad; lo que genera una atmósfera claramente controvertida que bambolea al espectador (pasa del drama a la fantasía con una sutilidad pasmosa en una atmósfera áspera y huraña).
Lo sorprendente de sus propuestas, es que alcanzan una profundidad extraordinaria mediante el uso de fórmulas representativas y cinematográficas aparentemente asépticas e incluso en algunos casos mezquinas, como si no hubiese, en absoluto, conexión umbilical entre aquel que narra y el que es narrado. Teniendo en cuenta los principios del voto de castidad del cine Dogma; lo magnífico de von Triers es que aporta cada vez algo nuevo, un más difícil todavía, de tal modo que logra que ese aparente distanciamiento se convierta en una potente omnipresencia evidente, marca de la casa.
Su cine es casi el opuesto absoluto al que basa su elaboración en la parafernalia cinematográfica, adoleciente extremo de contenido y personalidad, que cada vez se me diluye más rápidamente entre los ojos y el cerebro.
Entiendo que haya gente a la que Trier no atraiga, defensora acérrima de la visualidad del cine como elemento configurador del mismo, pero creo que hay que ser capaz de pasar por encima de lo aprehendido y aprendido (que hubiera sido del arte sin los –ismos), por encima de lo fácil. Eso es lo que verdaderamente penetra en el corazón humano para hacerlo avanzar. Es muy difícil conseguir con tan escasos elementos, que te lleguen en bruto las emociones, así, como si te abofetearan el alma. Ésta es una película de difícil recepción pero de inigualable calidad y cualidad.
Es un botón del cine más comprometido y el más difícil, muestra de las radicales diferencias entre el cine de género y el cine genérico, de la eterna polémica entre el cine entendido como séptimo arte o como industria del entretenimiento cada vez más parecida a la del videojuego. Por eso von Triers es un creador y Spilberg, fundamentalmente, un productor con talento para dirigir.
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