Más que el argumento en sí, que también tiene sustancia y evocaciones.
Lo que me ha cautivado es la música superlativa, unos matices de honda y lírica melancolía.
Hasta el sonido del agua es musical.
Kenji Kondo, buscaré obras tuyas, en cuanto termine de escribir esta breve reseña.

Luego la calidad de las tonalidades y su capacidad para cambiar de registro cromático, lo hace unas cuántas veces con resultados admirables.

El color que utliza es tan sensorial, epidérmico diría, te roza la piel y produce variadas sensaciones.
La influencia de la pintura de Monet es clara, esos paisajes azules, tal vez lo homenajea.
La enorme variedad de colores que emplea, así como la sugestión que producen, la convierten en un alarde para los sentidos, puedes ponertelo para relajarte o bucear en ti mismo.

Me evocó, la película coreana " La isla ". Mi imaginación se fue allá.

Mucha pintura destila, este viaje imaginativo por la niñez, los recuerdos, las vivencias de una vida, que pueden ser un valioso tesoro de insuflarnos aire para poder continuar y disfrutar del presente, evocando nuestras sentidos instantes de felicidad acumulada.
Un delicioso viaje visual a los recovecos de las emociones, un adagio de colores.