El epígrafe es una frase que se dice en la travesía en barco, una nota de humor agrio realista.
El visionado de esta odisea vital es un auténtico viaje a otros lugares y época.
El paso del tiempo, ha sentado y asentado el carácter de esta magna obra.

Emigración, un fenómeno que no cesa de crecer, con frecuencia dramáticamente.
La validez de esta historia es de una vigencia asombrosa.
Como valor histórico, también tiene notables ecos y su resonancia es imperecedera.

La escena con los dos muchachos, desgranando el orden social establecido, jerarquizado.
El rey, el gobernador, el intendente fiscal, el alguacil, el ayudande del alguacil, el diácono y el patrón.
¡Qué cantidad de amos! exclama el amigo.
Nosotros por debajo de todos esos.
Una sociedad dónde el campesino era mano de obra, sin aspiraciones, en esclavitud por nacimiento.
Estamos hablando de la Suecia de 1850, no hace tanto.

Liv Ullmann, sobrecoge en muchos momentos, con una interpretación tan pura, natural, extraordinaria.
El reparto es altamente satisfactorio.
Recomendable película, por muchos aspectos, fotografía, ambientación de época, localizaciones de exteriores y algunos planos legendarios.
No en vano, Jan Troell, es primero de todo director de fotografía, metido a director.

Los personajes transmiten tal variedad de registros, matices emocionales, como desgarros vivenciales.
Dotada de una cualidad humanista de enorme hondura y calado, sin maniqueísmos.
Retrato social de una época, no dejará indiferente.