Hacer una obra de consumo masivo no es tan fácil como parece, como bien saben los productores cinematográficos, los editores literarios y los directores artísticos de compañías de discos, que se pasan media vida en busca del artista que consiga ventas millonarias y que en el camino tropiezan una y otra vez con lo que promete ser el éxito del año y que se acaba quedando en flor de un día del papel couché o de los suplementos culturales. La ecuación "éxito comercial=trampa" no es más que una impostura intelectual tan falsa como la que equipara minoría a calidad. Y, según he comprobado, los que desprecian FIEBRE DEL SÁBADO NOCHE ni siquiera se han dignado a verla: los muy snobs se quedaron en los concursos de imitadores de Travolta que organizaba Uribarri en aquel engendro catódico que se tituló La Juventud Baila. Pero FIEBRE DEL SÁBADO NOCHE no es FLASHDANCE, y va mucho más allá de las descoyuntadas coreografías de un macarra trajeado de domingo, Esta película es la crónica de una redención, una radiografía generacional y un alegato feminista.
(Lucía Etxebarría)