Quiero empezar diciendo que fui a ver la película empujada por las buenísimas criticas que leí en esta página y otras, y os juro que iba dispuesta a pasar un buen rato. Pero me bastó ver la primera escena del puente para darme cuenta de que esta es una película sin música, sin baile, sin cantantes y sin actores. Sí, sin actores, pues sí considero a Ryan Gosling y Emma Stonne buenos actores (sin exagerar), pero esta no es su guerra. No saben ni cantar ni bailar y eso es un pecado para el género. La música aburre desde el minuto uno, los berridos de los actores molestan y de los bailes mejor no hablar: cuatro pasos mal hilados y a cortar porque los actores se asfixian. El homenaje a antiguas películas de Hollywood es insultante: antes grandes del genero como Fred Astaire o Gene Kelly que deben estar revolviéndose en su tumba, simplonas coreografías burdamente calcadas de películas grandiosas como Un americano en París o Sombrero de copa. Pero tampoco llega a películas más recientes como Chicago o Moulin Rouge que intentaron resurgir el género con mayor o menor éxito, pero que por lo menos destacan por la calidad de sus interpretaciones y por su originalidad.
Por salvar algo, y darle algún punto, lo que más me gustó fue el final pero como estaba deseando que terminara, tampoco lo disfruté mucho. Y las escenas de piano, de las que ignoro si son interpretadas por Ryan Gosling pero que por lo menos dan el pego.