Psicotrópica y onírica; una propuesta alucinógena que curiosamente no se sumerge en el despropósito, siendo su característica más sobresaliente la falta de convencionalismos.

Considero que la elección de Thomasin McKenzie, fue un acierto por su aparente inocencia y encanto, interpretando un personaje que en principio pudiera parecer ajeno a sus características. A lo largo del primer tercio recrea hermosas canciones de los sesenta como Downtown, icono de la música de esa generación.

La producción británica aporta estilo y fuerza, con un irrespetuoso planteamiento sin destino, al cual he concedido el pase al otro lado.