Seamos condescendientes ante el hecho de que siempre que se hace una película basada en un novela, a menudo, la comparación sale odiosa. Suelen ser dos las opciones ante las que sus credores (director y guionista) tienen que enfretarse, siendo la primera opción hacer una versión lo más fiel posible a la historia (punto a punto, si cabe), o siendo la segunda opción hacer una adaptación, que frecuentemente es castigada por los fans argumentando que si la novela ya estaba bien ejecutada ¿para qué, entonces, inventar nada que altere el contenido de la historia?

La realidad a la que nos enfrentamos: la literatura no es cine, así como el cine no es literatura.

En esta película, Gavin Hood ha intentado realizar una representación de la novela de Orson Scott Gard de manera tan fiel como le ha sido posible. ¿El resultado? Un resumen que se corresponde en gran medida con muchos de los acontecimientos de la novela, pero que resulta confuso y acelerado para cualquiera que no ha leído el libro. En consecuencia, la historia no tiene alma; los múltiples conflictos de Ender se desvanecen y se desfiguran; se abandona la paradoja que vive Ender con su hermano como el asesino convertido en salvador, así como el salvador convertido en asesino... La historia se vuelve plana, sin permitir establecer ningún tipo lazo emocional con ninguno de los personajes o entender ninguno de sus motivos. En definitiva, un trailer carente de emoción en el que suceden cosas muy rápido, una tras otra. Tuve la suerte de ver la película al terminar la novela: ello me ayudó a comprender lo que estaba sucediendo, pero no a disfrutarla en ningún momento. Si no hubiera leido la novela, probablemente no habría entendido gran cosa... y seguramente no me habría importado.Simplemente, habría apagado la película a los veinte minutos y me habría dedicado a cualquier otra actividad más interesante...¿tal vez estudiar el canto de apareamiento del urogallo japonés?