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España España · Barcelona
Voto de Willis:
8
Drama La víspera del día de Navidad, un ciclista es atropellado de noche por un lujoso todoterreno. El desgraciado accidente cambiará el destino de dos familias: la del millonario Giovanni Bernaschi, un especulador financiero que ha creado un fondo que ofrece un 40 por ciento de interés anual, atrayendo y esquilmando a los crédulos inversores, y la de Dino Ossola, un ambicioso agente inmobiliario cuya empresa está al borde de la quiebra. (FILMAFFINITY) [+]
15 de mayo de 2015
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es muy buena: una gran historia, una factura técnica impecable y unos actores soberbios. Todo esto se ha dicho ya aquí, muy bien dicho, y concuerdo plenamente en los elogios. Por mi parte solo quiero resaltar lo que más me gustó.

- Valeria Bruni. En su papel de mujer florero que no se atreve a dejar de serlo. Está realmente espléndida. En el film vive casada con un rico hombre de negocios, frío como el hielo por el que es imposible sentir el más mínimo afecto. Ella no le ama y sufre. Como hijo orgulloso y resentido de la clase obrera que soy, mi natural me lleva a despreciar a este tipo de personas y lo que me sale es algo como: “Sal de ahí y vive tu vida, zorra, déjate ya de tanta tontería”. Sin embargo, ella compone una mujer tan sola, triste, frágil, ansiosa, perdida, desamparada y llena de buenas intenciones que no puedes más que sentir compasión. Memorable la escena en que se gira para besar a su marido. Lamentablemente, la película nos muestra que nunca será capaz de abandonar la jaula dorada.

- Fabrizio Bentivoglio. En su papel de repugnante trepador social. También está magnífico. Es difícil imaginar un personaje más rastrero, lameculos, pelota, ruin, traidor, egoísta, mentiroso, oportunista, siempre al acecho a ver donde puede sacar tajada. En realidad es igual de miserable y sin alma que el marido de Valeria Bruni. Solo que el primero es pobre y vulgar, una víbora común, y el segundo tiene clase y dinero de sobras, un tiburón de buen tamaño. En esencia son iguales: los dos te morderán a la mínima oportunidad (y no la van a dejar pasar) sin sentir el menor remordimiento. Sorprende y descorazona que su mujer, una psicóloga dulce y honesta, le quiera. Es evidente que no se da cuenta del bicho que tiene por marido, la ciencia y el amor juntos y tan cerca que no ven nada. Que triste que las cosas sean así.

- El consejo de administración del futuro teatro. Ahí el director se ensaña a gusto y compone una auténtica corte de los milagros, un retrato despiadado de una supuesta clase intelectual. Todos aparecen rastreros y viles. Si eso es lo que nos hemos perdido no hay gran diferencia entre tener un teatro o una hamburguesería, casi mejor la hamburguesería. Esta corte es solo una anécdota en el conjunto de la película, pero una anécdota de gran enjundia, de ella sale el escritor, un tipejo miserable que adula e insulta a su amada-mecenas por los mismos hechos según le convenga.


No se la pierdan.
Willis
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