Cara y cruz. Las dos caras de una moneda. Lo bueno y lo malo. El edén y el infierno. Dualidades. Eso tiene esta película-documental (aunque esa calificación discrepa de mi idea de documental ya que no: " Representa, con carácter informativo o didáctico, hechos, escenas, experimentos, etc., tomados de la realidad".)

Independientemente de esa pequeña disputa semántica, hablaré de esa dualidad a la que merefiero en esta entradilla.

Por una parte, la cara, el trozo de cal que nos dan, lo positivo, en lo bueno nos encontramos aspectos inmejorables. Como no, destaco la música increible de estos cuatro jovenes melenudos, la originalidad (a pesar de estar desbocada, siempre es agradable el intento de innovación) y el buen rollo que destilan estos cuatro jóvenes artistas frente a la cámara. Obviamente, no tendríamos palabras para describir cuan hermosas y trabajadas son las canciones que pululan por este film. Sublimes, perfectas, maravillosas, inmejorables, cojonudísimas... elegid el que os parezca más adecuado.

Ahora, lo malo, lo negativo, la cruz, el trozo de arena. Una sucesión de gags disparatados sin sentido alguno y situaciones que no nos interesan a los potenciales consumidores de este producto. Nosotros no queremos ver hindues buscando el anillo de Ringo Starr (Ringo-Ring), queremos ver a J. Lennon y Paul McCartney componiendo una canción a medias mientras Ringo toca la batería y Harrison nos deleita con su arte en la guitarra. Con tan "poco" nos conformamos, no nos hace falta más que viajar a un pequeño estudio en Abbey Road o a la casa de estos muchachos, no tenemos que ir a disparatadas historias en el otro lado del mundo.

"Help" le viene que ni pintado. Ayuda necesitaban (obviamente, solo en el terreno de este film, en el terreno musical son los dioses eternos.).